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Alejandro Cuervo: “Mi competencia soy yo mismo”

Fotos: Jorge Luis Borges

Entrevista: Viviana Díaz

Pocas personas tienen la naturalidad que desprende la voz de Alejandro Cuervo. Estamos en tiempos de pandemia, medio acuarentenados, no había otra forma de hacer esta entrevista que vía teléfono o WhatsApp. Pensé que sería algo frío, impersonal. Pero no, Alejandro se las arregló para que pareciera una conversación cercana y cálida.

Este joven de “casi 35 años”, como a cada rato recuerda, es uno de esos rostros que el público cubano se ha acostumbrado a ver en pantalla, ya sea en novelas, series o teleplays. Ahora mismo, la televisión retransmite tres materiales en los que participó: Bajo el mismo el sol, Latidos Compartidos y La Cara Oculta de la Luna.

Esta última es la que quizás Alejandro recuerde con más cariño. Fue su bautizo de fuego, la que le abrió las puertas al público cubano con solo 18 años encarnando al “malo” de Lester.

“Lester, fue el primer personaje que me tocó interpretar en una telenovela y creo que ha sido el que más me ha aportado porque me enfrentó a este mundo al que pertenezco hace más de 15 años.”

Este papel también le dio la oportunidad de trabajar con actrices y actores que siempre admiró, personas que soñó conocer en persona algún día y que no solo lo hizo, sino que también se convirtió en su compañero de trabajo.

“De repente estar de tú a tú con Ketty de la Iglesia, Aramís Delgado, Fernando Echevarría… esa fue otra de las grandes alegrías que me trajo este personaje”, recordó.

Ya en Latidos Compartidos se advierte un Alejandro Cuervo más maduro, y en un papel que bien podría colgarle el cartelito de galán. De hecho, así lo ven muchas personas, casi todas, menos él mismo.

“Yo no me veo como el galán de la televisión, eso es un poco relativo. Me veo más como una persona con una imagen que le da la posibilidad de interpretar disímiles personajes: el villano, el tonto, etc. Quizás siendo el típico galán de telenovela me encasillaría un poco”, reflexiona. 

No obstante, desliza que dentro de sus posibilidades de tiempo cuida su figura y le gusta presumir y lucir bien donde quiera que vaya.

Esto queda clarísimo cuando scrolleas un poco su perfil de Instagram, en el que cuenta con más de 90 mil seguidores. Fotos de sesiones profesionales y otras más espontáneas junto a familia y amigos componen su feed. También lo hacen otros temas que despiertan su interés y las causas que defiende, todo gestionado por él mismo y sin seguir fórmulas preestablecidas.

“Varias personas me han aconsejado que deje mis redes en manos de un especialista, pero me parece que se trata de algo muy personal y me lo he tomado muy en serio”, dijo.

Él mismo planea sus publicaciones, busca su contenido e interactúa con los miles de personas que le escriben o comentan. “Si yo me encuentro a alguien en la calle que me reconoce y lo saludo, claro que si me escriben por Instagram les contesto.”

Quizás la única vez que no fue tan así fue con un post de agosto de este año donde mostraba su auto y casa en La Habana. Esta foto despertó una polémica que tuvo a muchos hablando del tema durante semanas, y a todo el que “habló sin saber” u opinó con malicia, Alejandro, simplemente, lo ignoró.

Manifiesta que su intención nunca fue polemizar, solo quiso agradecer a todas las personas que, de una forma u otra, contribuyeron en los logros materiales que ha alcanzado en su vida. Pero inevitablemente, “hubo quien se lo tomó como quiso” y hasta comenzó a cuestionar que si su sueldo de actor en Cuba le había dado para un carro.

“Yo solo no soy actor, soy presentador hace 12 años de día y de noche, y he hecho mil sacrificios para alcanzar lo que hoy tengo, pero la explicación detallada no la lleva todo el mundo.”

A pesar de todo, Alejandro disfrutó muchísimo “el barullo” que se armó y recuerda que los 4 o 5 días alrededor del post, sus seguidores crecieron exponencialmente, a un ritmo promedio de 400 diarios.

“Es la publicación con más likes y comentarios de mi feed. Hubo quien quiso tener su minuto de fama con eso pero al q le dieron el minuto de fama fue a mí, y el minuto me duró días,” añade jocosamente.

Aunque hoy lo recuerda con humor, lo sucedido le sirvió para reflexionar sobre ese lado no tan brillante de las redes y la exposición pública:

“La gente habla muchas veces y no sabe que hay detrás. Hoy me ven en carro y bien vestido pero no saben que hubo días en que quizás tuve que pedir ropa prestada para una entrevista o que no tuve donde dormir”, expresa como quien quiere dejar una lección. Para esta periodista, su mensaje era no juzgar la vida de nadie, sobre todo si no lo conoces.

Esta mentalidad de tolerancia y respeto es lo que lo ha hecho un fichaje perfecto para el proyecto El Divino, del cual es presentador hace casi una década. Alejandro pasó de tenerle terror a la presentación de espectáculos a ser uno de los animadores más versátiles en escenarios como la Macumba y Tropicana. Y de ahí al Divino.

“La comunidad LGBTIQ+ es un público difícil, muy exigente y culto, y uno de mis grandes méritos es ser aceptado y, más que aceptado, aplaudido por ellos.”

Alejandro ya es parte esencial de este espectáculo, y con ellos ha viajado a países como Panamá, donde se sintió orgulloso de representar a esta comunidad que ya considera como su familia.

“Para mí ha sido fácil, aún cuando soy heterosexual. Cuando uno comparte un punto de vista de corazón, le sale fácil, no es forzado. Mi apoyo a ellos es orgánico.”

De Alejandro hay mucho más por decir: que ama los animales, que le encantan los niños aunque aún no tiene los suyos, que no le gusta el abuso, que disfruta de una buena fiesta y de relacionarse con las personas, que nunca estaría con una mujer celosa, que le encanta trabajar en video clips, en fin, mucho.

Pero si hay algo que impacta de él es su serenidad y humildad ante la vida.

“Esta es una carrera de oportunidades. Mi competencia soy yo mismo, y para ganar solo necesito mantenerme con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo. Estudiando e intentando ser cada día un poco mejor sin perder mi esencia, que al final es lo más importante,” concluye.

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