Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Si bien la trata, tráfico y sometimiento de esclavos africanos fue uno de los fenómenos más sangrientos en la historia de la humanidad; también constituyó un componente esencial en la conformación de la identidad nacional cubana, en la cual gran parte de las costumbres, tradiciones y expresiones provienen de la herencia de África.
De eso va «Alma: La Revolución de un sueño», obra musical y danzaria del fotógrafo y director argentino Iván Beláustegui, que tuvo su estreno mundial en Cuba durante los días 16, 17 y 18 de diciembre, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional.
En un espectáculo de casi dos horas con 13 escenas divididas en dos actos, el elenco, integrado por bailarines y músicos de la compañía Alma Cuba, adentró al público en una trama transcurrida por el siglo XVI, en el contexto de la trata de esclavos desde África hacia América, y luego en acontecimientos posteriores que derivaron en la actualidad, donde perdura arraigadamente la huella del llamado continente negro en nuestra idiosincrasia.
El acto 1, titulado La Historia, narra el calvario de Yaya –una mujer guerrera y líder de una aldea africana– y su clan desde el principio. Comienza en su tierra natal, recorre su captura por un grupo de esclavistas europeos, el viaje a través del océano, su subasta como esclavos en Cuba y, finalmente, su rebelión, culminando el primer acto cuando Yaya los guía hacia la libertad, viviendo como solían ser, ahora en una tierra extranjera.
Titulado Estilo de Vida, el segundo acto transcurre unos 400 años después del primero y está protagonizado por Alma, descendiente de Yaya. Todo sucede en un típico solar, y se sigue a Alma mientras esta lucha por salir del solar hacia la realización de su propio sueño.
Muestra claramente esta segunda toma cuán profunda está arraigada la influencia africana en el modo de vida de la Cuba contemporánea; explora los estilos de música y danza que han surgido de su herencia; y narra cómo vive la gente y las cosas que suceden en la cotidianidad.
La obra, cuya idea original, dirección y producción ejecutiva estuvo a cargo de Iván Belaustegui, también contó con Asesoría Creativa de Carolina Kleinman; Música Original y Dirección Musical de Efraín Chibás (Pacho); y Coreografías de Joan Morell y Nilda Guerra.
Devenido en espectáculo colorido y multifacético, la pieza integró teatro de sombras, acrobacias aéreas, montaje escenográfico con indumentaria relacionada con la historia (barco, olas y edificio de solar), música en vivo y efectos especiales, entre otros elementos.
En declaraciones recientes, Beláustegui expresó que «quería hacer un espectáculo que contara la historia de Alma, y salirme de los parámetros convencionales de un musical, presentar una historia sin palabras, en la cual su música ayudara a crear diversos matices y capas, además de mostrar una combinación de acrobacia aérea con teatro de sombras».
Agregó el realizador argentino que su ilusión es llevar la obra a otras provincias como Cienfuegos, Santiago de Cuba, Matanzas y Camagüey, «porque fue diseñada para salir a recorrer el mundo y llevar lo más bonito de Cuba al extranjero».
