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Billy Porter como hada madrina en Cenicienta y el uso del pronombre elle: un debate con cabida en Cuba

Texto: Darcy Borrero

Un debate llega a Cuba justo cuando el calendario marca la fecha 17 de mayo, Día del campesino cubano y, desde hace menos tiempo, también del Orgullo LGBTI+. El momento siempre trae consigo reflexiones en torno a la homofobia y la transfobia, así como reivindicaciones antipatriarcales que van de la mano de una sostenida lucha contra el llamado “cistema”, ese que pone por delante a personas “cis”, heterosexuales, y coloca detras a quienes se salen de los patrones heteronormativos desde el uso mismo del lenguaje.

Hace unos meses, cuando la Real Academia de la Lengua Española colocó en su Observatorio de palabras el pronombre elle, no pocos dieron el grito en el cielo porque, decían, cómo iba a ser posible que no bastara con él y ella. Para reforzar su punto, algunos de los detractores de elle y, en general, del lenguaje inclusivo, citaron al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y a otras personalidades cuya catadura en temas de género es conocida. No obstante, quienes satanizan elle, muchas veces son quienes aceptan bajanda, papichulo, maleca…  

Para lamento de esas personas, el lenguaje inclusivo no solo existe, sino que también es usado por quienes no se identifican con el neutro tradicional. Además, este lenguaje es llevado a las pantallas y traducido a los subtítulos como tal, puesto que el argumento mismo lo propicia. Es el caso de la serie Pose, del documental Disclosure y más recientemente del anuncio de un remake de Cenicienta en el que Billy Porter representa un hada madrina sin género binario.

El actor ha dado al público un primer vistazo del personaje, compartió una foto de sí mismo con un vestido adornado resplandeciente y sosteniendo una varita mágica en un adelanto promocional, y rápidamente se hizo viral en Internet.

De cómo los ecos de esto llegaron al entorno cubano te contamos a continuación, especialmente en este dia de la lucha contra la homofobia y la transfobia. Un post en facebook del usuario Ulises Padrón, conocido activista LGBTI+ y antirracista, arroja luces:

“Ahora Billy Porter no puede encarnar, para los puristas y guardianes de los cuentos de hadas, al hada madrina de la Cenicienta. Además, en consonancia con los tiempos, será una hada no binaria (aguántense que va a usar la ‘e’ para todo). Estos ataques se incrementan cuando de personas racializadas se trata”, dice Padrón, quien muestra el modo en que las intersecciones de género, raza, entre otras, terminan degenerando en prejuicios y discriminaciones más potentes.

“El argumento de porqué no la sirenita negra era que se discriminaba a las pelirrojas, según los portadores de la verdad de los cuentos infantiles”, añade, pero seguidamente nos convence de que “con Billie sucede algo interesante: no interpreta papeles, sino que los personajes lo caracterizan. El hada está destinada a ser diferente”.

No obstante, más que en casos específicos, lo que la comunidad LGBTI+ alrededor del mundo espera es que sean aceptadas las representaciones audiovisuales, los pronombres y los nombres que estos últimos designan o refieren. Es una batalla en el terreno simbólico que a fin de cuentas tiene todo su impacto en la vida de las personas. Para entenderlo, un documental como Disclosure es lúcido, en tanto personas trans cuentan de primera mano sus vivencias no representadas en el cine o la representación distorsionada que de sus vidas han hecho a lo largo de la historia del “arte siete”.

Por un lado mujeres trans maquilladas en exceso y en situaciones absurdas que buscan ridiculizarlas; entrevistas mal enfocadas en las que les preguntan sobre sus genitales con torpeza, en vez de resaltar el tema específico por el que se pactó la entrevista, en muchos casos algún logro artístico de la persona entrevistada. Por otro lado, no abundan las representaciones de hombres trans, aunque sí varios casos de mujeres lesbianas que tuvieron que travestirse para mantener sus relaciones. De modo que cuando una representación es realista, conmovedora, orgánica, resulta doloroso, para quienes se autoperciben en ella, que la mutilen.

En Cuba, con un Instituto de Radio y Televisión que corta escenas homoeróticas y luego se disculpa, uno pensaría que no hay mucho que hacer.  Sobre todo porque hay quienes se encargan de dejar claro en las redes que “no aceptarán besos de gays (ni LGBTI+ en general) en la televisión nacional” y piden que, cuando los vayan a poner, “avisen para no verlos”. 

Ante esa falta de empatía, una de las soluciones pasa por apostar al amor. El diálogo y las imágenes para deconstruir prejuicios. Y los besos. Los besos de Elisa y Marcela en la película homónima, los besos de Ángel y Papi en Pose, los besos de Enrique(ta) y Juana en Insumisas, el beso de dos chicos gays en Love, Simon y el de Teresa (Fernanda Montenegro) y Estela (Nathalia Timberg), en la telenovela Mujeres Ambiciosas.     

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