Foto: Reuters
Texto: Hugo León
Cuba, que hasta el momento no ha concretado los resultados que necesita en materia de inversión extranjera, presenta por estos días su cartera de oportunidades para el capital foráneo en un sector vital para el país: el agrícola.
De acuerdo con reportes de medios estatales de la isla, entre los días 20 y 26 de marzo tiene lugar la XXIV Feria Internacional Agroindustrial Alimentaria, ámbito en el cual serán expuestas las bondades de la nación para atraer a los inversionistas.
Funcionarios del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba aseguraron al inicio de la Feria que este espacio sería una gran oportunidad para promover negocios con entidades del exterior, así como encadenamientos entre productores, empresas, cooperativas y las nuevas formas de gestión en el país, ya sea entre ellos o con la industria nacional.
Para la viceministra primera del ramo, Ana Teresita González Fraga, en el caso cubano la producción de alimentos impone desafíos dadas las condiciones de escasez de insumos, los altos precios de la logística, los alimentos y las materias primas.
Como retos mencionó también los efectos de los eventos meteorológicos, no solo el impacto de los ciclones, cuya capacidad destructiva arrasa en horas el trabajo de meses o años, sino también de la intensa sequía que azota a la isla.
La cartera de oportunidades de Cuba para la inversión extranjera incluye 197 proyectos de negocios en el sector agropecuario e industrial, que van desde la producción agraria hasta encadenamientos con industrias o empresas nacionales y del exterior, de acuerdo con datos oficiales.
Este año a la Feria Internacional Agroindustrial Alimentaria asisten apenas 25 empresas extranjeras, de acuerdo con la viceministra primera.
¿Proyectos engavetados?
La “buena fe” de las autoridades de la agricultura en Cuba lleva varios años tropezando con las mismas piedras en lo que a inversión extranjera se refiere. Por ejemplo, para 2022, la agricultura disponía de más de 30 proyectos pero sólo cinco estaban constituidos, nueve estaban priorizados y aprobados, mientras que el resto estaban en “diferentes etapas de negociación”, según informes del Ministerio de la Agricultura (Minag) de febrero del año en curso.
Mientras tanto, de los proyectos ya constituidos, aquellos enfocados en la producción y comercialización porcina y avícola, con un destino final en el consumo poblacional, no han dado frutos, y todo esto en momentos que el país adolece de escasez de esos cárnicos.
Otro problema es que no siempre se traducen en negocios reales todas las cartas de intención, contratos, convenios de colaboración, memorandos de entendimiento o encuentros que ven la luz en las ediciones de la Feria Internacional de La Habana, tal cual explicó recientemente el ministro de Economía y Planificación de Cuba, Alejandro Gil.
Algo parecido esbozó el presidente Miguel Díaz-Canel cuando, al informar a la Asamblea Nacional del Poder Popular sobre su gestión al frente del país, señaló que ya Cuba tenía una Ley de Seguridad Alimentaria, pero que todavía no había suficientes alimentos.
O sea, la existencia del texto legal no es garantía de que aumenten las siembras y de que lleguen más productos y a mejores precios a las mesas de los cubanos, y esto sucede en varios sectores del país.
A todas estas, según cifras oficiales Cuba necesita importar cerca del 80 por ciento de los alimentos que consume, aunque mantiene sembrado menos de la mitad del terreno cultivable del que dispone.
