Foto: Ana de Armas | Instagram
Texto: Hugo León
Si ser “Blonde” no fue fácil, tampoco lo es ser Ana de Armas para ella misma, algo que confirman las controversias de los últimos días con la actriz, la más famosa que ha dado Cuba en las últimas décadas.
La joven cumple hoy 35 y, luego de varios años sin pisar su suelo natal decidió viajar a La Habana, ciudad donde nació y en la cual aterrizó el día 27 para celebrar la fecha junto a su familia, amigos cercanos y su novio.
Joven, talentosa, exitosa y querida por millones de cubanos, era de esperarse que Ana disfrutara del sol y el calor de su gente en las calles y visitando múltiples sitios. Así lo ha hecho, sin pasar desapercibida entre su pueblo, y obvio, tampoco entre decenas de medios de prensa que informan sobre su visita a la isla.
Pero como no todo lo que brilla es oro, ni siquiera la brillante actriz ha escapado de los juicios y las críticas de varias personas y medios, básicamente porque durante su visita a Cuba, Ana de Armas no se ha acogido a la agenda de nadie más que a la suya propia, y eso al parecer, es demasiado.
Su éxito en Hollywood es posiblemente sólo comparable con la cantidad de miradas pendientes a cuanto paso da y cuanta palabra dice desde que está en la Mayor de las Antillas.
Por tal motivo fue alabada por algunos y criticada por otros cuando negó respetuosamente una entrevista a Cubadebate, y adorada o mal vista (ahora por las mismas personas pero los papeles invertidos) cuando visitó la compañía de teatro infantil La Colmenita.
En redes sociales esto no gustó, ni tampoco gustó que Ana de Armas no haya utilizado una tribuna para hablar sobre el gobierno o la situación de carestía en Cuba. Al parecer, de la actriz se esperaba una agenda vacacional que no se le había informado.
Que no se haya pronunciado -hasta el momento- sobre nada de lo anterior, no debería resultar extraño: ni de todo el mundo se puede esperar posicionamientos sobre cada tema, ni los perfiles de Ana en redes sociales, con más de 10 millones de seguidores en Instagram por ejemplo, han sido utilizados antes para el debate político sobre Cuba.
En esa misma red social y en otras se ha visto a la artista divertirse en la isla con su actual pareja y una vieja amiga, la también actriz Claudia Alvariño, subdirectora de La Colmenita.
Tal vez habría que detenerse a pensar en lo mucho que significa para un niño cubano con afinidad por la actuación que su ídolo vaya a visitarlo o que las niñas tengan cercano el ejemplo de una mujer que salió de la isla con 200 dólares en el bolsillo y a golpe de talento y esfuerzo conquistó primero España y luego Hollywood, la meca del cine.
En La Colmenita bailó al ritmo de la música cubana, tan pegajosa que fue capaz de poner a mover la cintura de su novio estadounidense Paul Boukadakis y reveló que de niña quería pertenecer al proyecto, sueño que tal vez haya compartido con muchos que ayer se lo criticaron.
Lo cierto es que el mismo derecho asiste a Ana de reunirse con quien estime y a quienes se lo reprochan, por lo que la polémica pica y se extenderá, algo que habla también -aunque bajito- de la fractura de una sociedad que a este paso se está quedando, o están dejando sin íconos.
Si Ana está pendiente o no a la polémica que desató su visita a Cuba o si se pronunciará sobre el tema una vez termine su estancia en la isla, se sabrá en unos días. Por ahora, 35 velitas para ella y sus palabras en La Habana Vieja, que van como anillo al dedo a cuanto se ha publicado hasta hoy: “disculpe periodista, estoy de vacaciones”.