Foto referencial: Shuterstock
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Llegaron tímidamente al mercado cubano, como las “hermanas menores” de las plantas eléctricas, pero bastó el gran apagón del 18 de octubre para catapultarlas a la fama: las estaciones de energía se han puesto de moda en Cuba como la “solución” más rápida y económica para las familias que pueden comprarlas.
Si bien no son exactamente baratas —¿qué artículo ahora mismo en Cuba lo es?—, sus precios resultan mucho más asequibles que los de las plantas, no generan ruido y no funcionan con combustible, por lo que los propietarios se ahorran la angustia de no saber dónde comprar o a quién pedirle “unos litricos de gasolina para la planta”.
De acuerdo con los expertos, este es un equipo diseñado para proporcionar energía y cargar dispositivos menores como móviles, tablets, laptops o electrodomésticos de bajo consumo, en lugares donde no haya acceso a la red eléctrica, con lo cual vienen como anillo al dedo a un panorama energético como el cubano, signado por la obsolescencia tecnológica de las termoeléctricas, la crónica falta de combustible y la precariedad de las redes de alimentación, el caldo de cultivo perfecto para los molestos apagones.
Compactas, ligeras y transportables, las estaciones de energía son útiles en una variedad de situaciones y se pueden cargar conectándolos a la red eléctrica, mediante la batería de un carro o con paneles solares; de ahí que hayan comenzado a invadir las páginas de clasificados en las redes sociales y las tiendas online donde los cubanos desde el exterior suelen comprar a sus familiares y amigos en la isla “todo lo comprable”.
Según la potencia y la calidad de la marca, los precios en la isla oscilan entre los 500 y los 2 500 USD, aunque siempre se sulen encontrar opciones más económicas en las páginas en envíos a Cuba e iniciativas como las de no pocas familias, que han reunido sus ahorros para adquirir, entre dos o más hogares, un solo dispositivo que luego se van rotando.
Ya sean las estaciones portátiles de energía, las plantas eléctricas o los generadores alimentados por paneles solares, estas alternativas se están imponiendo por la fuerza de la necesidad en un país con una infraestructura energética precaria que, más que megawatts, genera frustración e incertidumbre.