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Humberto López vs. Juan Manuel Cao

Ofensas y “pullitas” ¿Periodismo?

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Una vez más el abogado cubano Humberto López es noticia. Esta vez no se trata del polémico Premio de la Dignidad que le otorgara la Unión de Periodistas de Cuba, tampoco de la encuesta que realizara el ICRT demostrando el rechazo por parte de los televidentes al también locutor y sobre todo a su espacio en el Noticiero Estelar de la Televisión Cubana y mucho menos hacia el ejercicio de un periodismo dudoso con el que ha identificado de mercenarios y de otros calificativos no menos peligrosos, sin sustento legal, a activistas, opositores y críticos hacia el gobierno con alguna influencia en redes sociales. 

En medio de un ademán de crisis: económica, sanitaria, política… el locutor decidió dejar en evidencia la crisis que ya viene apuntando una parte del periodismo nacional. Esta vez, hizo gala de todo su arsenal cuando comenzó una diatriba con el experimentado en la comunicación mediática: Juan Manuel Cao.

López deja en evidencia, una vez más, su carencia de recursos para hacer periodismo en toda regla y mostrar una práctica profesional de acuerdo con los parámetros establecidos en la televisión. Pero esto no novedad, lo ha hecho desde que lo colocaron en “el vidrio”. Sus modos de conducir, de intencionar el miedo entre el público y los familiares de actividades con frases como “tengo más, mucho más…” es una de las tantas muestras de ello. Humberto obvia la labor ciudadana de la prensa y del periodista como actor mediador para contribuir la reflexión y al diálogo social.

En uno de sus recientes momentos en pantalla Humberto afirmó “se debe aprender a contar”, dirigiéndose al periodista de origen cubano radicado en Estados Unidos.

López, tratando de hacer uso de los recursos de la ironía; lanzó su pulla cuando lo calificó así, irónicamente, de “serio” y a su espacio de “objetivo”.

La respuesta de Juan Manuel Cao a quien nombra “vocero del régimen castrista” no se hizo esperar. Estos términos que emplea Cao no sorprenden, forman parte de una postura y un framing mediático que conocen los cubanos de ambas orillas. Cao respondió al ataque. “Él se hace eco de la represión”- dijo el conocido periodista y conductor. Aprovechó, además, la ocasión para hacer pública su postura de rechazo ante actos de violencia promovidos desde cualquier posición.

En los últimos años ha cobrado fuerza el debate más febril y los síntomas de odio entre cubanos de diversa ideología y postura política, potenciado además por los visibles actos de repudio, represión y difamación hacia la disidencia en la isla y hacia figuras de la sociedad civil como artistas o intelectuales.

Varios analistas han alertado sobre la división que está provocando entre los cubanos espacios como el de Humberto López, quien muchas veces no ha tenido la capacidad de discernir en su libreto y ha lanzado descalificaciones hacia cualquier persona que los directivos de mayor rango del programa puedan considerar un blanco por su postura crítica contra el gobierno de la isla. Y este ejercicio puede convertirse en un momento a otro en un boomerang al interior de una sociedad en crisis que ante todo necesita diálogo y estabilidad. El propio conductor fue víctima de algo que podría considerarse como un atentado de odio cuando arrojaron chapapote en la fachada de su casa familiar ubicada en la provincia de Matanzas. Algo que no sorprende por el malestar que ha despertado su programa establecido muchas veces sin una elaboración intelectual y periodística sólida, un sesgo comunicacional.

El ataque de Humberto fue directo. La respuesta de Cao, también. Ambos echan leña a una hoguera política que se enciende cada vez más.  En el centro están muchos cubanos que tratan de subsistir a una crisis económica eternizada o de ayudar a sus familias desde La Florida o de cualquier otro lugar del mundo. Y muchos no tienen tiempo entre ese proceso para salir adelante con su vida y con los suyos de integrarse a un conflicto histórico que, al menos, por el momento, no parece tener fin. Mientras, el fuego cruzado continúa.

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