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¿Agua o chocolate? La crisis del agua potable en Cuba

Foto: Cuba Noticias 360

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Antes de hervirla, echarle hipoclorito y pasarla por el filtro que tiene en la cocina, Aurora Valdivia “cuela” el agua: coloca un pedazo de gasa en la llave, la ajusta bien y solo entonces deja salir el líquido hasta llenar el jarro, un procedimiento que algunos creen innecesario, pero que ella defiende con vehemencia.

“¿Ves qué oscura quedó la gasa? —pregunta mientras enseña el tejido, casi negro—. Todo ese fango nos lo estamos tomando”.

Su problema es el que ahora mismo afecta a varios millones de cubanos —cerca del 80 por ciento, para ser exactos—, que reciben agua potable mediante la red de abastecimiento de acueducto, pero no están seguros de que tenga la calidad requerida.

El deficiente estado e incorrecto mantenimiento de los sistemas de redes y colectoras de acueducto; la interrupción del servicio por insuficiente capacidad de bombeo; las dificultades para desinfectar el agua debido al déficit de productos químicos y el escaso mantenimiento de las plantas potabilizadoras son algunas de las causas que provocan que el líquido, en ocasiones, no parezca apta para el consumo humano. “A veces está que ni pa’ los perros”, sentencia Aurora.

Los expertos cubanos aseguran que la apariencia achocolatada del agua no indica necesariamente que esté contaminada, y para apuntalar su veredicto se escudan en las guías elaboradas por la Organización Mundial de la Salud, de obligatoria observancia a nivel internacional, para garantizar la calidad del agua potable.

El Ministerio de Salud Pública, responsable de establecer los requisitos de la calidad físico-química y bacteriológica del agua para el consumo humano, y controlar que se cumplan, ha venido realizando investigaciones para asegurar que el agua llegue a los hogares como debe, identificar las áreas de mayor riesgo sanitario y los lugares de menor acceso al agua potable, analizar las posibles consecuencias para la salud de la población y estudiar las enfermedades causadas por la contaminación hídrica.

No obstante, en los últimos años han venido proliferando de manera alarmante los reportes de enfermedades diarreicas y otras afecciones derivadas de presuntos brotes de contaminación hídrica —algunos confirmados por las autoridades sanitarias, otros dejados en el limbo de la indefinición—; en buena medida provocados por microorganismos que se transmiten a través del agua como bacterias, virus, protozoos y helmintos.

Ante la dudosa calidad del agua que llega por la tubería, miles de cubanos recurren a fuentes alternativas de abasto, fundamentalmente para el consumo familiar y para la cocción de los alimentos.

De ello dan fe Aurora Valdivia y sus vecinos de la barriada de Colón, en la capital provincial de Sancti Spíritus, un territorio donde el agua que sale por las pilas es tan turbia que deja un sedimento oscuro en el fondo de los recipientes. Varias cuadras caminan cada dos o tres días, desde sus hogares hasta la casa donde expenden agua tratada a precio de ganga: 1 peso cubano por cada litro.

“Estaba más barata, pero el proceso de purificación consume corriente eléctrica y, como todo está más caro…”, sostiene uno de los operarios y, a seguidas, muestra todos los permisos en regla.

La venta de agua sometida a diferentes procesos de tratamiento es un nicho relativamente virgen entre los nuevos actores económicos en Cuba, al punto en que el registro del Ministerio de Economía y Planificación solo refiere la existencia de cuatro mipymes privadas —todas en La Habana— que se dedican exclusivamente a realizar el proceso de ósmosis inversa o intercambio iónico “cumpliendo con los requisitos establecidos para el agua potable”.

Una acotación en el citado documento indica que tal actividad se concilia con el Ministerio de la Industria Alimentaria y proviene de la licencia de trabajador por cuenta propia de aguador.

Estos emprendimientos hoy ejercen una especie de competencia frente a la empresa mixta Los Portales S. A., que desde hace décadas tiene el monopolio del agua mineral natural Ciego Montero, pero no cubre la demanda: sus pomos y galones en los últimos años han desaparecido de los comercios estatales que venden en moneda nacional, para mantenerse a precios de infarto en las llamadas tiendas en MLC.

Otros negocios de este tipo, pero de menor alcance, se promueven actualmente en redes sociales, espacios donde informan a sus seguidores acerca de los días de abasto y las paralizaciones del servicio debido a los cortes eléctricos o a roturas del equipamiento, en ocasiones de confección artesanal.

No obstante las mil y una variantes que la población se ingenia para tomar agua segura, no es con los aguadores de antaño ni con pozos privados como se debe resolver un problema que involucra, de una u otra forma, a las más de 2 600 localidades que disponen de sistemas de acueducto, 3 144 estaciones de bombeo y 24 655 kilómetros de tuberías.

A fin de propiciar una gestión más sostenible del líquido, el gobierno ha emprendido un programa de transformación de la matriz energética en más de 1 300 sistemas de acueducto, en consonancia con la política nacional para el desarrollo de las fuentes renovables de energía y su uso eficiente.

El programa prevé mejorar el suministro a cerca de 400 000 cubanos, para lo cual invierte también en la compra de productos químicos que garanticen la potabilización del agua.

De semejantes propósitos —todavía lejos de ser concretados— no está al tanto Aurora Valdivia, quien ignora por completo el derecho que tiene al agua potable, así como al saneamiento y a la gestión sostenible del recurso, una prerrogativa que le confiere la Constitución cubana y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU que la isla prometió cumplir para el 2030.

“Yo lo que sé —concluye— es que esa agua carmelita que sale por la pila no me la tomo ni loca”.

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