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Los cinco abakuá asesinados el 27 de noviembre de 1871, una historia relegada

Fotos: Roy Leyra / CN360

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Hoy se conmemora en Cuba el 150 aniversario del asesinato de los ocho estudiantes de medicina por autoridades coloniales el 27 de noviembre de 1871 en la explanada de La Punta bajo la falsa acusación de haber ultrajado la tumba de un militar español.

Existe otro acontecimiento ligado esa fecha que no se ha recordado lo suficiente en Cuba por las voces y medios estatales: el asesinato de cinco afrodescendientes pertenecientes a la sociedad secreta Abakuá. Este grupo había salido a defender la vida de los universitarios cubanos Alonso Álvarez de la Campa, Ángel Laborde, José de Marcos Medina, Carlos Augusto de la Torre, Eladio González, Pascual Rodríguez y Pérez, Anacleto Bermúdez y Carlos Verdugo.  

La historia de estos valerosos abakuás apenas se ha mencionado en los medios estatales cuando recuerdan el fusilamiento de los estudiantes de medicina, uno de los crímenes más horrendos ejecutados durante la época colonial el en Cuba.

Sin embargo, la participación de esa hermandad en aquellos hechos no ha pasado desapercibida para colectivos que profesan la misma religión u otras personas interesadas en ponderar el legado y la valentía del abakuá, una sociedad que como la mayoría de las religiones africanas en la isla ha estado rodeada de misterios, falsas leyendas e incomprensiones durante décadas.

El periodista e investigador ya fallecido, Serafín “Tato” Quiñones, uno de los más connotados estudiosos de la religión y la cultura afrocubanas,  reconoció sobre el arrojo de aquellos mártires durante los sucesos del 27 de noviembre de 1871 que ha sido  escamotado, cuando no negado, por la historiografía”.

“Tato” Quiñones fue uno de los máximos promotores de esos homenajes convocados desde el 2006 por la Cátedra de Pensamiento Crítico y Culturas Emergentes Haydée Santa María y la Cofradía de la Negritud, relacionadas con la red ciudadana Observatorio Crítico.

Gracias a los citados esfuerzos de la comunidad abakuá y de los cubanos que han visto como un acto de justicia con las raíces y el legado africano en Cuba sacar a la luz aquellos hechos, en 2009 bajo un jaguey de la Habana Vieja se levantó una tarja en la intersección de las calles Morro y Colón, en memoria de aquellos mártires.

“Ese día cayeron 13 jóvenes, blancos y negros, por eso fuimos también a rendir homenaje a los universitarios fusilados», comentó en una ocasión Quiñones a la agencia  a IPS. «Es un homenaje modesto, de reivindicación histórica, aunque todavía segregado», puntualizó.

«Estos cinco abakuá dieron una muestra de rebeldía cubana, se inmolaron por intentar salvar a los estudiantes, aun sabiendo que no lo conseguirían. Eso da la medida de que ya entonces había un sector negro de la población cubana con una conciencia de identidad tan fuerte, que era capaz de morir por ella», apuntó el investigador.

El guerrillero argentino Ernesto Che Guevara fue posiblemente el  primer dirigente en mencionar aquellos sucesos tras 1959; sin embargo, con el tiempo no han dejado de permanecer casi en silencio.  Guevara indicó: “No solamente se cobró en esos días la sangre de los estudiantes fusilados. Como noticia intrascendente que aún durante nuestros días queda bastante relegada, porque no tenía importancia para nadie, figura en las actas el hallazgo de cinco cadáveres de negros muertos a bayonetazos y tiros. Pero de que había fuerza ya en el pueblo, de que ya no se podía matar impunemente, da testimonio el que también hubiera algunos heridos por parte de la canalla española de esa época”.

Año tras año los medios promuevan la convocatoria a conmemorar el martirio de los ocho estudiantes. Todavía no se promueve una convocatoria desde el estado para recordar este mismo día a los cinco ñáñigos que salieron a trata de rescatar a sus compatriotas. Entre los universitarios había un alumno que profesaba la religión abakuá.

Tal vez por la sombra de silencio o desconocimiento que ha rodeado a esta sociedad secreta en Cuba no se le ha dado la connotación que lleva el acto de arrojo de estos religiosos, que durante las guerras independencia y en otros momentos de la historia de Cuba han mantenido un rol preponderante. En una ocasión velaron por la vida del general Antonio Maceo y más adelante la de otros líderes obreros durante la etapa neocolonial.

Cuando se comenzaron a realizar los homenajes a los abakuás la policía vigilaba fuertemente el lugar donde se reunían ñáñigos, artistas y otras personas de la sociedad civil de la isla. En tiempos recientes la recordación ha tenido lugar con menos vigilancia y ha tenido una aún tímida  repercusión mediática,  aunque no la que exige un acto de tal naturaleza histórica.

En la esquina de Morro y Colon se canta, se baila, se recitan poemas, se escuchan toques de tambor junto a otras actividades enfocadas en respetar el legado de aquellos hombres, quienes dieron la vida por sus semejantes en uno de esos sucesos que estremecen la historia de Cuba.

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