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Manuel Trujillo: el hombre que trajo la lucha canaria a Cuba

Foto: Canarias7

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

En Cuba, la práctica de la lucha canaria se debe en gran parte, a un hombre que le puso esfuerzo y dinero de su bolsillo al desarrollo de dicho deporte vernáculo en la isla. Se llama Manuel Trujillo.

Ahora, con 84 años de vida, contó al medio Canarias7, todo lo que debió superar en su misión personal de introducir el deporte en la Mayor de las Antillas y algunos datos desconocidos sobre su etapa de luchador.

Además de su pasión por la política y el sindicalismo, está la otra, el amor por la lucha canaria. Según el medio español, desde 1997 vivía en Cuba, donde se estableció hasta estos días, siendo el ultimo impulsor del vernáculo deporte en la isla caribeña.

El luchador, cuya carrera y trabajo en el sindicato se vio afectado por el estado de su corazón, accedió a las recomendaciones de su médico, quien, luego de dos infartos, le sugirió que viajara a Cuba, para estar tranquilo.

Aunque la intención era estar relajado en la isla caribeña, las cosas fueron distintas. Pensó en lo que podía llevar de su tierra al país, y fue la lucha lo que le vino a la mente. Después de diferencias con el director de la Casa de Canarias, quien pensaba que el deporte solo lo podían practicar los canarios y sus descendientes, se retiró de ahí y comenzó todo por su cuenta, según contó a Canarias7.

Explicó que debió rebasar muchas presiones políticas, pero con la base de Canarias y Cuba, dos pueblos un solo corazón, se abrió paso en el pueblo cubano. «Iba por las escuelas, hablaba con los directores y me daban la oportunidad de explicar a los alumnos lo que era la lucha canaria en los recesos escolares y lo que significaba», comentó.

Trabajó sin mucho apoyo económico desde las islas: «Jamás recibí nunca nada. De los equipos de la isla me daban ropa de brega y también algunos ayuntamientos que la ofrecían, además de unas pocas empresas privadas».

«Metí la lucha en las escuelas, aunque tuve muchos problemas para entrar, pero una vez ya aceptada, había directores donde no había equipos que me llamaban para que creara uno y poder competir. Eso supuso tener casi 100 equipos de lucha desde La Habana a Camagüey. A la parte oriental de Cuba no pude llegar porque se me acabó el dinero».

Hizo encuentros con todas las provincias, y nombraba a uno de cada provincia para enseñarles técnicas de lucha para que las llevaran a su municipio. «Eso lo hacía cada dos o tres meses, les iba enseñando poco a poco todas las técnicas de la lucha y así me recorría el país en ese plan. A pesar de las dificultades, iba a pecho descubierto y en Cuba vieron que la labor la hacía sin interés alguno y sin estar subvencionado por nadie, ya que, al ser a los niños, al gobierno cubano le preocupaba quien lo pagaba».

Sus dificultades y enfrentamientos políticos los superó apoyándose en dos pensamientos, uno de José Martí y otro de Fidel Castro. «El primero en su libro La edad de oro, que era obligatorio en las escuelas, expresa que hay que enseñar lucha en las escuelas como en las Canarias les enseñan a los niños. Por su parte Fidel Castro, al llegar al poder, dijo que el deporte es el derecho del pueblo y aplicando ambos ya me abrieron todas las puertas. Así pude entrar y fui respetado por todo el mundo», afirmó.

Narró a Canarias7 además, cómo Fidel Castro conoció y definió a la lucha canaria: «Estaba con los prismáticos en el Palacio de la Revolución, y enfrente, entrenaban algunos niños. Llamó a Minerva Valdés, que era y es además amiga mía, y le preguntó lo que era aquello. Y, al saberlo, le contestó ¡Coño, qué cosa más linda!».

Para Murillo, se perdió una gran ocasión al no continuar con las influencias de la lucha canaria en Cuba, dice que si se hubiera seguido, sería una potencia, no sólo en la isla, sino en toda América. El proyecto finalmente decreció por falta de dinero.

«A esos niños había que darles al menos un bocadillo, pagarles el transporte para ir a luchar de una provincia a otra. En el cumpleaños de Fidel, en el Parque Lenin, se llevaban 300 o 400 niños a hacer lucha canaria o también el día del Che Guevara, y nos llamaban para que hiciéramos lucha canaria y todo eso había que pagarlo. Así me quedé sin un céntimo por la lucha canaria y es una pena porque podíamos haber sido una gran potencia en Cuba, lo mismo que en Venezuela».

Dice que el deporte fue aprovechado por muchos políticos para viajar. «Al principio, venían hasta dos veces al año a ver qué se hacía y yo les decía, que no vivieran, que el dinero que costaban todos esos viajes, entre hoteles y comidas, lo invirtieran en la lucha canaria. Utilizaban la lucha para hacer los viajes, pero no les interesaba para nada».

Actualmente, queda poco de este deporte vernáculo canario en Cuba: «Trabajo costaría recuperarlo. Yo no podría ya a mis 84 años y menos ahora que he decidido venir definitivamente para mi tierra, pero sí hay gente a la que le gustaría se potenciara la lucha allí. Ya cumplí un objetivo y ahora regreso a mi tierra a la que defendí, dentro y fuera», dijo orgulloso.

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