Texto: Alejandro Varela
A pocos días de las elecciones para elegir un nuevo presidente en el FC Barcelona, la posibilidad de que Leo Messi permanezca en el club tras un año para el olvido no parece una idea descabellada. Al menos no del todo.
Después de que el genio argentino solicitara su salida del equipo en el verano pasado, el clima actual no se torna tan pesimista en relación a una ruptura definitiva. Es una buena noticia para socios y aficionados, pero fundamentalmente para los tres hombres que aspiran a colgarse la banda presidencial en los comicios del 7 de marzo próximo.
La campaña electoral entre Víctor Font, Toni Freixa y Joan Laporta tiene como eje central sacar a la entidad catalana de la crisis en que está sumida –tanto futbolística como económicamente- y retener al crack rosarino juega un papel medular en ese objetivo. Sin embargo, los tres candidatos están plenamente conscientes que la partida de Messi está más cerca de concretarse que una nueva extensión de su contrato.
Al menos es la impresión general que ha dejado todo el drama de los últimos meses, que lo hizo cuestionarse por vez primera su continuidad en el único conjunto cuyos colores ha vestido. Que lo llevó a valorar el fin de un romance idílico que ya no abunda en el deporte. Totti con la Roma, Kobe Bryant con los Lakers en la NBA, son algunos de los ejemplos más recientes de un fenómeno cada vez más escaso.
Pero Messi siempre ha puesto al Barcelona por delante y así lo ha hecho saber. Incluso, ha dicho que el dinero no es un requisito para quedarse, pese a las exorbitantes cifras de su contrato filtradas a comienzos de año. El capitán quiere un proyecto de fútbol atractivo que le haga soñar en los últimos años de su carrera y le permita llegar a tope a su último Mundial con la selección argentina en Qatar 2022.
«Muchos hablan del dinero que gana Leo Messi, pero yo prefiero hablar de todo lo que genera. Y no hablo solo a nivel deportivo, que lo considero el mejor futbolista de la historia, pero Leo es mucho más», consideró sobre el tema Laporta, quien fue el artífice del debut del argentino durante su primer mandato entre los años 2003-2010.
Favorito para volver asumir la máxima envestidura, el abogado de profesión ha declarado que no quiere ni pensar en el hecho de verlo fuera del club. «Lo que sí necesito es tener la autoridad para conocer de primera mano la situación y ver qué propuesta le puedo hacer, y lo más importante, que pueda cumplir», expresó.
Sus contrincantes, a falta de una relación previa con el 10 como la tiene Laporta, por supuesto que han manifestado su intención de mover cielo y tierra por lograr la continuidad de Messi, pero también han orientado sus discursos a rescatar la identidad del club y llevarlo a terreno fértil económicamente.
Para algunas publicaciones, inclusive, la victoria de uno de ellos alejaría definitivamente al argentino de la Ciudad Condal y los obligaría a liderar la reconstrucción azulgrana en la era post Messi. Tarea titánica y con altas probabilidades de fracaso.
Por tal motivo, Font ha asegurado que es imprescindible retenerlo y explicó que «hay fórmulas para ofrecerle un contrato que sea atractivo para él y aceptable y sostenible para el club». De igual forma, resaltó las propias declaraciones del goleador sobre su ilusión de ocupar un cargo en el Barça, por lo cual consideró de prioridad absoluta que la relación entre ambas partes «sea de por vida».
Freixa, en tanto, reveló que ve al futbolista consciente de cómo está el Barcelona. «Si salgo presidente sé lo que le diré y, sobre todo, voy a escucharle», dijo. El aspirante con menos probabilidades, según las encuestas, definió su candidatura como «una apuesta firme por recuperar los valores culés y el fomento de la autenticidad como llave», aunque también ha arañado algo de apoyo con mensajes antimadridistas bien polémicos.
La realidad es que nadie, en especial los tres candidatos, conoce realmente los deseos del seis veces ganador del Balón de Oro. Una pizca de ilusión para los barcelonistas es que no ha manifestado nuevamente su intención de marcharse, lo que significa que -como mínimo- está dispuesto a escuchar la propuesta del que salga presidente.
Otro elemento que ha hecho ganar enteros a la posibilidad de permanencia es el disgusto del jugador porque lo sitúen en otros equipos, cuando nadie de su entorno ha entablado conversaciones al respecto. Hace algunas semanas la prensa francesa lo ubicó en el PSG de su excompañero Neymar, y anteriormente el Manchester City de Guardiola parecía el destino escogido unánimemente.
En el plano deportivo el vencedor en las elecciones deberá armar una plantilla con nombres relevantes –más aún si caben- alrededor de la estrella albiceleste. Erling Haaland es el que más alto suena, pero el Barcelona no es el único pez gordo de Europa interesado en el goleador noruego y el momento financiero actual no está como para formular grandes ofertas, menos con la renovación de Messi en el tapete.
Los defensores Matthijs De Ligt o Jules Koundé serían sólidas apuestas para una zaga desastrosa, mientras experimentados de la talla del holandés Georginio Wijnaldum o Sergio Agüero podrían aportar muchísimo. En el caso de estos dos últimos, su llegada tendría el aliciente de producirse gratis al terminar contrato con sus actuales planteles. El «Kun», en específico, sería un gancho para mantener feliz a Messi.
Entre suposiciones, cálculos y boletas electorales, hay otra variable que también influye –y bastante- en la decisión final del astro blaugrana: los resultados sobre la cancha. Los estados de introspección en los que se ha sumergido Messi tras las últimas debacles del Barcelona son conocidos y esta campaña no parece ir por un camino diferente.
Con medio pie fuera de la Champions y la Copa del Rey, además de una Liga muy difícil de arrebatar al Atlético de Madrid, este apunta a ser otro año sin títulos que engorden la nutrida vitrina del argentino. Si la depresión vuelve apoderarse de Messi, ni ofreciéndole una mina de oro la nueva cúpula del Barcelona hará que se quede.
Aún existen más elementos a favor que en contra para su partida, empero el ambiente que se respira actualmente es de esperanza. Quizás solo sea un último suspiro entre tantos románticos que anhelan una historia de amor imperecedera entre club y jugador. Pero la verdad es que ha sido matrimonio con muchos momentos felices y otros tantos para olvidar, sobre todo en los últimos años.
Hipótesis y análisis aparte, la decisión final recaerá en Messi y los planes que tenga para el final de su trayectoria profesional como futbolista. Aquí también entran en juego sus hijos, su esposa… el clan familiar entero. Y esas verdaderas motivaciones –estoy seguro- no las conoceremos jamás. Solo el D10S azulgrana las sabrá.
