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¿Por qué sigue siendo Cuba el enemigo?

Foto: Jorge Luis Borges

Texto: Mónica Fernández

¿Por qué sigue siendo Cuba el enemigo? Esa fue la pregunta final que realizó la periodista italiana Lucía Duraccio al Secretario de Estado Antony Blinken durante una entrevista para RAI TG1 este 29 de junio.

En su defensa, hay que reconocer que Blinken no cayó en la trampa: en lugar de responder directamente, empleó la frase más repetida de las últimas semanas: “Estamos revisando nuestra política hacia Cuba (…) como cuestión de principios básicos, cualquier política que llevemos a cabo tendrá a la democracia y a los derechos humanos en su centro, y querremos asegurarnos de que estamos haciendo todo lo posible para empoderar al pueblo cubano a decidir su propio futuro”.

Coincidentemente, una situación similar tuvo lugar ese mismo día durante una entrevista que dio a CNN en Español el asistente especial del presidente y director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, Juan González.

Al preguntarle el periodista Juan Carlos López sobre unas declaraciones de Joe Biden durante su campaña presidencial -diciendo que Cuba debía cumplir con aquello a lo que se comprometió durante el gobierno de Obama-, González, al igual que sucedió con Blinken, tampoco respondió a la interrogante. En su lugar, su primer comentario fue para enfatizar que al presidente estadounidense le preocupa el deterioro en la situación de derechos humanos en Cuba.

Sin embargo, lo más interesante de la entrevista fue que Juan González dio el primer avance de las próximas medidas respecto a Cuba, destacando que tendrían un carácter unilateral (es decir, sin pedir concesiones al gobierno cubano, ni siquiera respecto a los derechos humanos), y por razones humanitarias.

Tres ejemplos fueron mencionados en la entrevista a CNN en Español:

1. Quitar los límites a las remesas.

2. Flexibilizar las medidas para permitir a los cubanoamericanos viajar.

3. Restaurar los servicios consulares de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana.

Estas tres medidas dejan muchas interrogantes: ¿Regresará Western Union a Cuba? ¿En qué moneda llegarían las remesas? ¿Serán en efectivo o totalmente electrónicas? ¿Se eliminará la cuota máxima de vuelos anuales y se permitirán vuelos a otras provincias además de La Habana? ¿Cómo es posible restaurar los servicios consulares sin que se hayan determinado las causas del Síndrome de La Habana? ¿Qué pasará con el programa de parole?

“Tenemos que hablar con los cubanos en algún momento. Apenas terminemos esa revisión, tomaremos decisiones al respecto” concluyó González. Y al parecer algunos pasos se han dado en esa dirección, porque esta semana el director de Temas Bilaterales de la Dirección de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Yuri Gala, dijo que espera que se reanuden las conversaciones migratorias entre ambos países, un tema apremiante y sobre el que el propio Canciller cubano se ha referido recientemente.

Nos encontramos entonces ante un escenario en que el gobierno estadounidense e instituciones internacionales denuncian sistemáticas violaciones a los derechos humanos en Cuba – este 30 de junio la ONG Human Rights Watch publicó un nuevo reporte detallando ejemplos de represión contra periodistas y artistas. Y, por otra parte, el gobierno cubano ha dejado claro que considera al bloqueo una violación a los derechos humanos de los cubanos, algo que medios estadounidenses han amplificado. El más reciente ejemplo es un artículo del actor y activista Danny Glover, publicado por The Nation, donde afirma que: “Si los derechos humanos van a ser un pilar fundamental de la política estadounidense, como declaró recientemente un portavoz de la Casa Blanca, el embargo debe terminar. Se trata de una política que ataca y perjudica indiscriminadamente a los civiles. Es una violación sistemática de los derechos humanos a gran escala”.

Por tanto, levantar límites a las remesas, ampliar vuelos y restaurar los servicios consulares sería más que un gesto unilateral humanitario: es un incentivo al diálogo. Un diálogo sobre una situación en derechos humanos que se ha tornado aún más espinosa de lo que fuera al inicio del deshielo en 2014. El gobierno cubano ya no solamente apunta a disidentes y periodistas: el caso del artista Hamlet Lavastida y la efusiva conmemoración de las “Palabras a los intelectuales” por parte del presiente Díaz Canel, son el más reciente ejemplo de cómo se ha expandido el diapasón. Por otra parte, la agravada crisis económica se siente hoy en cada hogar cubano.

Al final, lo interesante ha sido ver tantas declaraciones en tan poco tiempo. ¿Se anunciará pronto la nueva dirección de la política hacia Cuba? El secretario Blinken no respondió esta semana a la pregunta de ¿por qué sigue siendo Cuba el enemigo? En su lugar, dijo que “nunca nos hemos resistido al diálogo en ningún sitio”. Esta afirmación, que como mínimo puede considerarse polémica, deja entrever que si bien Cuba no es una prioridad para los Estados Unidos, al menos puede que exista una voluntad de resolver cuestiones básicas y apremiantes, como lo son la crisis económica que incentiva al éxodo de los cubanos que no encuentran una manera legal, segura y ordenada para migrar.

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