Animalistas opinan…
Fotos: Cortesía de VESPA
Texto: Viviana Díaz
El 29 de enero del 2021, sale publicado en la Gaceta Oficial el Decreto 20/2020, acerca de las contravenciones de la Medicina Veterinaria en Cuba, junto a dos resoluciones del ministerio de la Agricultura que regulan el código de ética y funciones de este tipo de médicos en el país. De estos se desprende lo siguiente: queda prohibido que los veterinarios cubanos presten servicios asistenciales por cuenta propia.
Realmente, dentro de las actividades autorizadas para el sector privado en la isla, no se encontraba la figura del médico veterinario, solo las acciones relativas al aseo y estética canina. Sin embargo, no existía una prohibición expresa de desempeñarse como tal, ahora este decreto sí lo prohíbe.
El documento, en su artículo 5, incluye dentro de las contravenciones la práctica “por cuenta propia el ejercicio de la profesión de la medicina veterinaria o en ocasión de estar inhabilitado para ejercerla”.
El debate generado por la nueva norma crece en las redes sociales, liderado por las consideraciones legítimas del movimiento animalista en el país, hasta el momento único garante del bienestar animal en Cuba.
Javier Larrea, director general de la revista El Refugio, cuestiona la medida en su muro de Facebook y argumenta lo erróneo de esta decisión gubernamental:
“En primer lugar, porque el sistema estatal de servicios veterinarios cubano ha demostrado no tener la capacidad de satisfacer las necesidades de la población ni de ofrecer servicios veterinarios de calidad”.
De acuerdo con Larrea, las veterinarias estatales, como la clínica capitalina ubicada en la avenida Carlos III, no cuentan con suficientes implementos entre ellos, vacunas, medicamentos y medios diagnósticos, para un servicio óptimo. De ahí que los dueños de animales busquen a los veterinarios privados, pues estos cuentan con los recursos necesarios para restaurar la salud de sus mascotas.
“Pero hay más: a veces los propios veterinarios de los consultorios estatales adquieren medicamentos por su cuenta para poder dar alguna clase de servicio a los pacientes o para venderlos a quien los necesite a un precio equivalente al fijado por el Estado en las tiendas de productos para mascotas (hasta hace poco en CUC). Tal es la carencia de recursos”, agregó.
Por su parte, la cibernauta Claudia Rodríguez considera el nuevo decreto como una “ley absurda e insensible”, un “sinsentido”.
“Al prohibir a los veterinarios ejercer de forma privada (a riesgo de altas multas o de perder la licencia sanitaria), están conduciendo a la muerte a muchísimas mascotas. Las clínicas estatales no cuentan con los recursos ni las condiciones necesarias para atender a la cantidad de animales que tendrán que recibir de ahora en adelante. Además de que existen muy pocas y a muchos dueños de mascotas que vivan alejados de ellas se les hará imposible llegar a tiempo en casos de urgencia”, dijo.
Otra de las voces en favor de los animales en la isla, Beatriz Batista, resalta el papel de los veterinarios privados en la batalla diaria de garantizar los mínimos derechos a los animales, ya que en Cuba aún no existe una ley de protección para estos seres.
“No es un secreto para nadie que los animalistas junto con los veterinarios particulares han salvado vidas y saneado las calles de Cuba a golpe de esterilizaciones”, escribió en su muro de Facebook.
Igualmente, denunció “la mediocridad de la veterinaria estatal, la inexistencia de recursos de esta índole y la precariedad de las clínicas.”
Al final, las nuevas disposiciones del Consejo de ministros junto al ministerio de la Agricultura, lejos de ayudar, crean un problema que lamentablemente costará vidas a animales en todo el país. Un poco de tiempo servirá para demostrarlo.
De ahí, que el llamado del movimiento animalista sea a la reflexión y rectificación de esa medida.
“Lo que pedimos al Estado es que regule los servicios veterinarios por cuenta propia, no que los prohíba, pues han demostrado su importancia y su utilidad. ¡La población los necesita!”
