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Putin trabaja en anteproyecto de ley para obligar a los rusos a tener hijos

Foto: Shutterstock

Texto: Hugo León

Más bebés, ¿para tener más soldados? El Parlamento ruso tramita actualmente un proyecto que prevé multas de hasta 50 mil euros por comentarios que apoyen la negativa a tener hijos, mientras Putin habla de la necesidad de aumentar la natalidad.

En Moscú, donde son frecuentes y enormes los carteles y anuncios de reclutamiento para el ejército, el presidente Vladimir Putin ha decretado el aumento de la natalidad como una prioridad nacional, y para ello pretende “blindar” el esfuerzo con el mencionado proyecto de ley.

El documento prohibiría prácticamente cualquier defensa de un estilo de vida sin hijos, mientras que la meta relacionada con los nacimientos parece sacada de novela pero fue expresada por el propio Putin en una conferencia: “poner de moda tener muchos hijos, como ocurría en el pasado con siete, nueve, 10 personas en las familias”.

El reto del reemplazo poblacional no es nuevo ni es solamente de Rusia. Casi todo occidente padece de bajos índices de natalidad, y mientras más desarrollado el país, menos hijos por familia.

Pero en el caso ruso hay que sumar los más de mil combatientes que se estima mueren a diario en la guerra con Ucrania, y el desplome de la natalidad que hubo durante toda una generación tras la caída de la Unión Soviética.

El año pasado la tasa de nacimientos en Rusia fue de 1,41 por mujer, y para el 2030 Putin estableció la meta de 1.6 y de 1.8 para el 2036.

Sin contar los cientos de miles que pueden haber muerto en la guerra, se estima que la población rusa ha decrecido hasta los 143 millones de habitantes contando los dos millones que vivían en Crimea cuando la ocuparon.

Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas ha estimado que la población rusa podría decaer en una tercera parte para el año 2050, en parte debido a la crisis económica, unido a la tasa de natalidad, y lo estricto de las políticas migratorias.

Sea como fuere, las críticas al proyecto de ley de Putin no se han hecho esperar. Para muchos, se trata de un duro golpe a la libertad de expresión pues ni siquiera se puede dar un punto de vista diferente al del gobierno sobre el asunto.

Otros medios y analistas internacionales han planteado que para defender el interés estatal, se está atacando también la libertad individual y familiar.

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