Foto: Camino del Cimarrón | Facebook
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Cuando se sentó por primera vez frente a Esteban Montejo, el último cubano sobreviviente al cimarronaje del siglo XIX, el entonces joven e imberbe Miguel Barnet estaba emprendiendo, sin saberlo, un recorrido no solo hacia la historia personal de ese negro manso de 103 años que había pasado las verdes y las maduras, sino a las esencias mismas de la nación.
De aquel primer encuentro, que se multiplicaría luego en interminables sesiones de entrevistas, surgiría en 1966 la novela-testimonio Biografía de un cimarrón, una especie de declaración política, antropológica y literaria.
Esta emblemática obra estableció el estándar para la novela testimonial y reveló cómo la esclavitud y la posterior liberación de las cadenas presentaban amenazas igualmente desafiantes para la supervivencia de un cubano de ascendencia africana.
Varias décadas después, un grupo de entusiastas de esta singular biografía, liderados por el académico y sociólogo de origen cubano, radicado en Estados Unidos, el doctor Guillermo Grenier, rompieron monte a punta de machete en la región central de Cuba siguiendo los pasos de Esteban Montejo en su ruta de libertad y fundaron un sueño común: el proyecto que llamaron El Camino del Cimarrón.
Con el apoyo resuelto de la Fundación Fernando Ortiz, dirigida por el propio Barnet, el Ministerio de Cultura y la Agencia Italiana Daiquirí, El Camino… es un trayecto de 350 kilómetros que empieza en Sagua la Grande, en la provincia de Villa Clara, y termina en Cienfuegos; y ofrece la experiencia mínima de lo que sufrió Montejo en las comunidades donde vivió como fugitivo.
Sobre las motivaciones que lo llevaron a este inusual emprendimiento, el propio Guillermo Grenier ha revelado en la prensa: “Vi en la biografía de Esteban la historia de Cuba reflejada en su geografía personal. El colonialismo, la esclavitud, la dominación social y económica del azúcar, la lucha por la independencia y las distorsiones neocoloniales, todas son dimensiones de la extraordinaria vida de Esteban —explica—. Los pueblos por los que caminó y trabajó siguen estando donde los dejó. Me propuse colocar esta extraordinaria biografía en la geografía de la Cuba contemporánea; ofrecer a los viajeros una visión de la continuidad contemporánea de siglos de lucha”.
“Dar vida” a los pueblos y bateyes por donde pasó Esteban es uno de los propósitos del camino, que según Grenier puede funcionar como motor potencial del desarrollo económico en esas zonas prácticamente inexploradas por el turismo internacional. Los viajeros que busquen una experiencia fuera de las rutas más transitadas podrán ver Cuba por dentro, donde el turismo es más bien un canto de sirenas.
Inspirado en experiencias similares como el Camino de Santiago, en España, que colocó en el mapa a poblados y aldeas antes venidas a menos, el académico cubanoamericano diseñó un recorrido de ocho días, en parte una caminata y en parte un paseo en carro, que sigue el camino original y se detiene en algunos de los lugares más significativos en la vida de Esteban como cimarrón, trabajador libre, patriota y ciudadano de la nueva República.
“Al conectar a las comunidades con los excursionistas y viajeros, las rutas impulsan el turismo y el desarrollo económico, además de contribuir a la protección del medio ambiente y promover la cultura local —ha asegurado Grenier—. Nuestro objetivo es dar a conocer los talentos y encantos de la Cuba pueblerina a lo largo de un recorrido que conmemora la creación de la nación cubana y la búsqueda de la libertad y la independencia”.
En junio pasado un grupo de intrépidos viajeros desafió el calor, las lluvias, los apagones y la falta de combustible para validar El Camino del Cimarrón como un destino cultural insólito y, de ese modo, consolidarlo como una propuesta tentadora para quienes deseen conocer la Cuba real.
Aquella experiencia, desarrollada como parte de la celebración por los 30 años del Programa de la Unesco “La ruta de las personas esclavizadas: Resistencia, libertad y patrimonio”, fue calificada por sus participantes como un viaje trascendental, una vuelta a las raíces y, sobre todo, una ruta de reconocimiento de las esencias mismas del pueblo cubano.
Para el próximo noviembre ya se prepara otro grupo de senderistas que, liderados por el artista del lente Julio Larramendi, emprenderán un tour especialmente diseñado para fotógrafos que incluye un día adicional en el Escambray.
El ingenio donde nació el esclavo Esteban Montejo, la enfermería donde curó las heridas provocadas por el trabajo y la rebelión, la cueva donde vivió escondido, los poblados donde probó las limitadas ventajas de la libertad… trazan una peculiar cartografía de la historia nacional que merece ser visibilizada, no solo porque revela los rasgos inmanentes del cubano, sino sobre todo porque explica, en la concreta de monte adentro, cómo el pasado viene moldeando la realidad de la isla contemporánea.