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El sexo y la pornografía, dos aliados durante la pandemia

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Es bien conocido lo que sucede en Cuba de puertas hacia afuera. La realidad habla por sí sola. Las colas, los salarios que no alcanzan, la precariedad, el alza del dólar, los costos astronómicos de la corriente eléctrica, en fin. Cada cual conoce esos pedazos de la vida y los asume de acuerdo a sus posibilidades o necesidades. Pero… ¿se han puesto a pensar qué sucede de puertas hacia adentro? ¿En esa soledad oculta y solapada?

En este punto vamos a meternos en una práctica tan antigua como la propia humanidad: el sexo. Pero no se trata del sexo así, a secas. Se trata de una de sus vertientes más polémicas y/o practicadas. Hablamos, cúbranles  los ojos a sus hijos pequeños,  de la pornografía.

Los tabúes sobre este tipo de relaciones humanas no han cesado, a pesar de que es la industria más grande del entretenimiento y genera anualmente ingresos millonarios. En Cuba, con tantos remilgos y prohibiciones, se censura públicamente. Dejando un poco las ordenanzas de este país oficialmente pacato, solo hay que revelar algo que es una verdad a gritos. Los cubanos son tan adictos al porno como cualquier ciudadano del mundo. Quizá lo heredamos de nuestros ancestros españoles que según artículo reciente de El País son los mayores consumidores de las reveladores lecciones de esa escuela del sexo. Ya que estamos, podemos agarrarnos de aquel refranero de nuestra lengua castiza para explicar las calenturas de nuestros orígenes: de casta le viene al galgo.  ¿No?

No ha sido fácil para nadie sobrevivir al encierro por la sencilla razón de que somos seres sociales que no estábamos preparados para ello. Lo de nuestra especie suele ser socializar, mirarnos a los ojos, compartir un trago, meternos en una fiesta, relacionarnos… Ahora bien: hay muchísimas personas que han encontrado en el sexo y especialmente en la pornografía una manera de no sucumbir al encierro y a los desgastes de la vida cotidiana. Por otro lado, está el riesgo de salir a conocer a alguien y tratar de llevárselo o llevársela a la cama por el peligro de contagio que existe. No hay muchas personas dispuestas a pasar por un buen revolcón que traiga como resultado terminar entubado en una cama de terapia intensiva. Todos los caminos no conducen a Roma, al menos por ahora, sino al consumo del porno, un campo muy fértil durante este año de virus, separaciones y decadencia económica.

Los datos móviles, a pesar de su elevado precio, han sido uno de los mejores aliados para los cubanos que de vez en cuando se asoman al mundo del porno por esa vía. Cubanos y cubanas, para decirlo todo. Algunos han llegado a preguntarse si Etecsa los puede penar por entrar a las calientes páginas XXX, pero le han pasado por encima a la preocupación con la fuerza de una aplanadora o de una VPN, la manera no importa tanto como el hecho de llegar ahí, a ese espacio virtual donde se pueden cumplir nuestras fantasías más hermosas y oscuras a la vez. Muchos ya son como feligreses de esa iglesia presidida por el porno de cabecera, por actores y actrices que presumen de sus atributos y capacidades o por cualquier buena pieza que nos ponga el cuerpo sobre carbones ardientes. Lo que si no debe provocar mucha simpatía es que alguien de guardia en Etecsa esté al mismo tiempo mirando, sin reservas, las mismas páginas que uno. Pero, bueno, algún riesgo se corre cuando se trata de alimentar bien el cuerpo.

La industria del porno ha tenido posiblemente un buen año por sus ingresos durante las cuarentenas. No hemos investigado a fondo pero tampoco es necesario porque la pátina de la realidad se impone. Las personas con su carga de trabajo, con sus colas muchas veces infructuosas o cansadas de esperar una guagua que nunca llega. Esas tribulaciones las resuelven, al menos durante un momento, con un recorrido por cualquiera de sus páginas preferidas, ya sea X- Videos, Pornhub o cualquier otra.

Están los que prefieren ver a través de cámaras en vivo y aquello, que quede entre nosotros, es un “interesante” espectáculo para la vista y el resto de los sentidos. Con su exposición ellos ganan algunas monedas y nosotros nos desprendíamos de la montaña de estrés que nos oprime. Más allá de consideraciones éticas que pueden tomarse en cuenta, todos pareciéramos salir ganando con esos shows en medio de esta opresiva pandemia.

No vamos a cometer la indiscreción de preguntar cuáles escenas, actores o poses prefieren. No. Solo afirmamos, después de consultar a decenas de personas, que el consumo de porno en Cuba se ha diversificado, aparte de incrementarse. Sin embargo, todavía quedan ciertos mitos que relacionan “el porno” a alguna deformación moral, ética o incluso diabólica. Vamos, que para todo hay alguna respuesta o postura en contra. Aunque, ya saben, muchas de estas personas que le salen al paso el porno después, en su casa, cuando nadie los ve, ponen el televisor o los datos móviles y se “matan”, diría un hijo de vecino, en busca de la segunda muerte, como le llamaron al orgasmo en alguna película que no recordamos.

Los tabúes en Cuba no han cesado. Hace poco en nuestro recorrido por esas tiendas de discos ambulantes preguntamos si tenían en venta filmes eróticos o pornográficos. Ante la pregunta la dueña del negocio, una mujer de unos 40 años, puso el grito en el cielo.

Hay otros vendedores de discos que te ofertan el producto deseado si vienes con alguna recomendación. “Mi hermano, vengo de parte de fulanito” … La frase te abre las puertas…del porno. Así el dueño te muestra una amplia colección en la que no faltan parejas del patio en plena acción. Y no son poco los que agradecen ver a sus coterráneas y coterráneas entregados combativamente a la diversión, en un movimiento de cuerpos tan elástico como si estuvieran en una montaña rusa.

La pandemia ha puesto al desnudo muchas cosas. El consumo de porno ha sido una de ellas, aunque este tipo de comportamientos sexuales no saldrá en las convenientes cifras oficiales. No obstante, un buen filme porno o alguna de esas escenas calientes han salvado a más de uno del aburrimiento más terrible.

En Cuba sigue prohibido, pero, vamos, nadie podría predecir la cantidad de dinero que ingresaría la industria del porno al producto interno bruto. Dicha esta esta broma, que a lo mejor, por qué no, puede poner a pensar a más de uno, les hacemos una pregunta. ¿Ya han pensado cómo terminar o empezar el día? Les tenemos, por si acaso, algunas recomendaciones…

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