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Siete artistas cubanos que no se llaman como pensabas

Foto: Collage Flickr

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Aunque el nombre artístico pudiera parecer un fenómeno contemporáneo, durante siglos músicos, poetas, pintores, escritores, bailarines y cultores de las más disímiles manifestaciones han apelado a este recurso para proteger su identidad real, sobre todo en situaciones donde se ve comprometida la ética, la legalidad o, incluso, cuando se corre peligro.

La historia de la cultura cubana es pródiga en el uso de seudónimos y los ha habido de todo tipo: desde musicales y pegadizos hasta los más formales. Algunos han llegado a sustituir el nombre real de la persona, al punto de que en la actualidad pocos conocen cómo se llamaban de verdad estas siete personalidades que se ganaron un lugar de culto en el panorama artístico y literario de la isla.

1. Plácido: Con una prolífera obra poética, que ha sido considerada precursora del criollismo en la literatura cubana, Diego Gabriel de la Concepción Valdés (1809-1844) escogió el seudónimo de Plácido para firmar sus textos, también reconocidos como exponentes de la africanía en la lírica del siglo XIX. Fue fusilado a los 35 años, en Matanzas, acusado de integrar la llamada Conspiración de la Escalera.

2. El Cucalambé: Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (1829-1862) era el nombre real del poeta bucólico cubano más importante del siglo XIX. En su obra los expertos señalan una de las primeras manifestaciones de la identidad insular, por lo que no fue raro que los mambises recitaran sus décimas y cuartetas. Sin embargo, un halo de misterio y fatalismo rodea al bardo, quien desapareció físicamente a la edad de 32 años, en la ciudad de Santiago de Cuba, dando lugar a una de las más escabrosas polémicas de la historia literaria del país.

3. Compay Segundo: Probablemente ni sus familiares más cercanos recordaban que este ícono de la cultura nacional fue inscrito como Máximo Francisco Repilado Muñoz (1907-2003), porque la isla entera y medio mundo lo conocía como Compay Segundo, su “otro yo”.  El intérprete de famosos temas como Chan Chan, Sarandonga y Lágrimas negras asumió este identificativo porque hacía la segunda voz en el dúo Los Compadres, que fundó junto a Lorenzo Hierrezuelo.

4. Bola de Nieve: Cantante, pianista y compositor excepcional, Ignacio Jacinto Villa Fernández (1911-1971) fue para siempre Bola de Nieve desde que Rita Montaner lo bautizara con ese apodo durante una de aquellas noches en que ambos artistas seducían al público habanero. Bola de Nieve no se consideraba ni cantante ni compositor, sino alguien que decía las canciones; sin embargo, dejó para la historia composiciones como Si me pudieras querer y No puedo ser feliz, temas que aún hoy estremecen.

5. Rosita Fornés: La despampanante vedette —norteamericana de nacimiento, cubana por decisión personal— se llamaba en realidad Rosalía Lourdes Elisa Palet Bonavia (1923-2020), aunque los cubanos de todas las generaciones la recordarán siempre como Rosita Fornés, nombre artístico que adoptó después de un concurso auspiciado por la emisora radial CMQ en 1938. La cantante y actriz de películas y telenovelas aparece en producciones como El deseo, Piel Canela, No me olvides nunca y la clásica Se permuta, además de arrasar en el teatro musical, donde no ha sido superada por ninguna otra figura.

6. Juana Bacallao: La diosa de las guarachas Juana Bacallao (1925-2024) se llamaba oficialmente Neris Amelia Martínez Salazar. En su debut en el teatro Martí de La Habana cantó Yo soy Juana Bacallao, canción que le dio el nombre por el cual se hizo mundialmente famosa. Irreverente y deslenguada, Juana la cubana es una de las figuras más aplaudidas y polémicas del cabaret insular.

7. Polo Montañez: Nadie diría que el cantautor se llamaba Fernando Borrego Linares (1955-2002). El guajiro natural, célebre por sus candorosas tonadas, creó e interpretó temas inolvidables como Un montón de estrellas, Flor Pálida, Si te enamoras de mí y Dónde estará, que lo descubrieron ante el mundo como una de las voces más auténticas de la música cubana.

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