Fotos: John Moore/Getty Images
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Al libro compuesto por las tristes historias que viven a diario migrantes de todas partes del mundo, se suma un nuevo capítulo. Hace unos días medios internacionales se hicieron eco de la difícil travesía recorrida por Trinidad Tabora a sus 93 años de edad. Para llegar a los Estados Unidos y reencontrarse con su nieta, cruzó en silla de ruedas y de madrugada, el río Bravo.
Conmovedoras capturas del fotógrafo John Moore y videos del cruce realizado por la abuela en la noche del 29 de abril, se viralizaron en redes sociales. Su sacrificio tenía una meta clara: pedir asilo político a la llegada. Sin embargo, su historia no tuvo el desenlace esperado por los internautas, Tabora o su familia.
Telemundo dio a conocer que la solicitud de asilo de Trinidad había sido rechazada por los Estados Unidos. Hoy dio otra noticia acerca de la longeva hondureña: Trinidad Tabora había fallecido. Lo hizo sin cumplir el sueño de abrazar a su nieta, sueño por el que arriesgó la vida y que vio desvanecerse ante sus ojos. Murió, además, lejos de su tierra natal y tampoco dio sus últimos soplos de aliento en el sitio que había elegido para vivir. El fin de su lucha tuvo lugar en México luego de recibir la negativa.
Hoy podríamos recordar ese instante justo después de cruzar la frontera mexicana, cuando llegó la policía, en el que Trinidad levantaba las manos al cielo en señal de esperanza con esa ingenuidad que solo logran desprender los niños y algunos ancianos.
A Trinidad no solo le fueron negados “el sueño americano” y la posibilidad del reencuentro familiar: se le negaron sus ansias de futuro, que sabía, además, corto.
Los rostros de la migración son cada vez más, como también las vidas que cobra. Según datos de la ONU del 2020, la cifra global de migrantes supera los 272 millones y en 2019, el segundo puesto en el ranking de países con mayor número de emigrantes lo ocupó, precisamente, México.
La migración latinoamericana adquiere en tiempos de pandemia nuevas aristas sin detener su rápido crecimiento, desarrollando lo que se conoce como crisis de movilidad en la región. Poblaciones vulnerables son muchas veces empujadas a emprender viajes peligrosos como al que sobrevivió Trinidad. Sin embargo, es difícil sobrevivir a la indiferencia.
