Foto: Amaury Pérez | Facebook
Texto: Fede Gayardo
El cantautor cubano Amaury Pérez decidió cambiar por un momento la guitarra y los escenarios para ponerse en la piel de “un trabajador del Oeste de Oklahoma” y vestirse como un obrero para “probar un trabajo durísimo que no repetiré”.
En su perfil en Facebook, el artista reconoció en un primer momento que “nunca había aprendido a hacer una mezcla; no soy albañil, pero siempre me pareció curioso como los obreros de la construcción miden la cantidad de arena, cemento y agua a ojo de buen cubero para lograrla”.
Luego, contó que “ahora que mis amigos llevan años trabajando para que no se nos caiga el edificio encima y están aquí, aproveché y al menos lo intenté”.
En su texto se refirió a sus “buenos maestros”, Roly y Felix, a los que consideró “unos verdaderos artistas del cemento”.
En la imagen se ve a Amaury con una pala en la mano, un pañuelo atado al cuello y unos guantes amarillos. Sobre estos últimos dijo: “Montar caballos, ‘mi pasión equina’, al menos una vez cada 15 días en la finca de un amigo que tiene solo 2 (tenía 3 pero uno desapareció ‘misteriosamente’ una noche sin luna) es el único deporte que practico. De ahí los guantes amarillos. Lo digo por si alguien pregunta”.
Tras la ola de comentarios que desató su publicación, el reconocido artista respondió a sus seguidores asegurando que “me duele el estómago de reírme con sus comentarios. Gracias, es hermoso despertar riendo”.
Asimismo relató cómo había surgido la idea de ponerse en la piel de sus amigos albañiles: “Una tarde Felix y Roly habían terminado su faena y los invité a tomarse unas cervezas conmigo. Esa tarde yo comencé a ‘entrevistarlos’ sobre mezclas, hormigón, concreto, etc…a mí TODO me interesa”.
Luego, días después mientras llegaba a casa junto a su esposa Patí, le dijo a sus “artistas del cemento que si podía probar. Lo hago, aprendo, me agoto, lo dejo, los admiro, Petí me retrata y yo lo comparto con ustedes”.
Por último, hizo referencia a “lo de montar caballos”, afirmando que “es verdad, y ya le queda uno a mi amigo como bien señaló alguien por aquí, el que queda es un caballo viejo, mucho más viejo que yo. Gracias por acompañarme en mi breve aventura de albañil”, concluyó el autor de “Acuérdate de abril”.