mayo 31, 2025
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¿Apagón escolar en Cuba?

Foto: Cuba Noticias 360

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Con ropa de civil, porque en casa no hubo agua para lavar el uniforme, y el agotamiento que genera una madrugada sin corriente, Carlos Javier llega una hora tarde a su escuela primaria, en un barrio periférico de Sancti Spíritus. Los maestros, aún más trasnochados que el niño, se hacen de la vista gorda, mientras imparten los contenidos “como Dios pintó a Perico”, porque de un tiempo a esta parte es imposible emprender nada en Cuba “como Dios manda”.

Si en un escenario resulta particularmente crítica la situación que vive la isla hoy es en las escuelas, centros a donde vienen a parar todas las angustias familiares y que, sin embargo, tienen el mandato de mantener el curso a flote como si el país entero no estuviera tocando fondo.

Con jornadas que transcurren entre ventiladores apagados, computadoras inservibles y aulas sin iluminación, el sistema educativo ha debido reinventarse para cumplir su misión formativa.

Desde inicios de 2024, el deterioro de la infraestructura energética cubana ha provocado cortes de electricidad que se extienden hasta 20 horas diarias en muchas provincias.

Ante este panorama, el Ministerio de Educación (MINED) ha implementado medidas que buscan adaptar la enseñanza a la nueva realidad. Según declaraciones oficiales, el objetivo es “garantizar la cobertura de los contenidos fundamentales sin comprometer la calidad del aprendizaje, ni la salud de estudiantes y docentes”.

Una de las principales estrategias ha sido la reorganización del horario escolar. En muchas escuelas, sobre todo en zonas rurales y municipios con mayores afectaciones, se han flexibilizado las horas de entrada a clases y las asignaturas se imparten temprano en la mañana o en franjas que coincidan con la disponibilidad de electricidad. Esto ha implicado una reducción de la jornada docente, lo que a su vez ha exigido una mayor condensación de los contenidos.

Otra medida adoptada es el uso intensivo de materiales impresos y la vuelta a la pizarra tradicional, prescindiendo de computadoras, proyectores o cualquier recurso digital que dependa de electricidad, lo cual representa un retroceso en la implementación de las tecnologías que el propio MINED había impulsado en los últimos años.

El trabajo independiente y el estudio en casa también han ganado protagonismo, modalidades que buscan paliar la reducción de horas presenciales, pero dependen en gran medida del acceso de las familias a recursos mínimos como iluminación artificial; ello genera nuevos tipos de desigualdades: mientras unos estudian con una vela, otros —los menos— estudian con una planta.

En las zonas urbanas, algunas escuelas han logrado coordinar con organismos locales para obtener acceso prioritario al suministro eléctrico en ciertos horarios. En otros casos, se han habilitado espacios como bibliotecas, centros comunitarios o aulas móviles que operan con plantas eléctricas; sin embargo, estas acciones son limitadas y no garantizan una solución sostenible.

Lo cierto es que la afectación emocional y física en estudiantes y maestros va en ascenso, sobre todo porque este panorama de altas temperaturas, fatiga e incertidumbre genera un ambiente tenso que no favorece el aprendizaje y, por desgracia, parece haber llegado para quedarse.

Las familias, preocupadas, denuncian en redes sociales, en reuniones de padres y hasta en las direcciones municipales de Educación que la calidad del curso está en declive, al punto en que muchos temen que sus hijos no completen de forma adecuada los programas correspondientes a los distintos niveles de enseñanza.

A pesar de ello, la resistencia del sector ha sido notable. Con escasísimos recursos y agotados por sus propias angustias domésticas, docentes y trabajadores de la educación intentan mantener la escuela abierta, no para quedar bien con quienes les piden “resistencia creativa” desde oficinas con aire acondicionado, sino para que los niños cubanos no pierdan la alegría y no dejen de aprender, incluso en las terribles condiciones en que les ha tocado vivir su infancia.

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