Fotos: RL Hevia
Texto: Raúl del Pino
Un 19 de mayo, hace 130 años, Cuba perdió en cuerpo —pero no en espíritu— a su hijo más ilustre. Aquel trágico domingo, en un potrero oriental llamado Dos Ríos, terminaba el tránsito por el mundo de los vivos de José Martí, el Apóstol de la independencia. Desde entonces, generaciones de cubanos han encontrado en su ideario una fuente inagotable de inspiración, tanto en su obra literaria como en su ejemplo de entrega total a la Patria.
En su incansable labor por preparar lo que él mismo llamaría la “Guerra Necesaria” contra España, existe un sitio especial, más allá del mar, que resultó clave en la articulación del movimiento revolucionario: Cayo Hueso. Esta pequeña isla al sur de Florida albergaba, a fines del siglo XIX, una vibrante comunidad de exiliados cubanos —principalmente tabaqueros— que superaba las 12 mil personas, una de las mayores de la época.
Martí lo visitó en al menos tres ocasiones documentadas, pero fue su primera estancia, en diciembre de 1891, la que dejó una huella imborrable. Durante 12 días desplegó su talento oratorio y su visión política para movilizar a los emigrados, ganarse su apoyo y sembrar las bases del Partido Revolucionario Cubano, que se fundaría formalmente meses después, el 10 de abril de 1892.
A más de un siglo de aquellos días decisivos, Key West, donde se marcan las míticas 90 millas que separan a Estados Unidos de Cuba, todavía sigue recordando con recelo al Héroe Nacional antillano y rindiéndole homenaje perenne, que se traduce en el imaginario urbano de la ciudad actual, incluso con una céntrica calle que lleva su nombre.





Uno de los símbolos más notables de ese vínculo es el Instituto San Carlos, al que Martí llamó con orgullo la “Casa de los Cubanos”. En sus salones se celebraban mítines, asambleas y veladas patrióticas, y en uno de ellos pronunció un discurso memorable que consolidó su liderazgo entre los exiliados. Hoy funciona como museo, biblioteca y centro cultural, con exposiciones dedicadas a la historia de la emigración cubana y la vida del Apóstol.
Pese a no formar parte del archipiélago nacional, Cayo Hueso representa, simbólicamente, una extensión de Cuba, e incluso posee un cementerio donde descansan los restos mortales de no pocos independentistas. Algunos que la han visitado aseguran que, en sus calles, se respira más libertad y patriotismo que dentro de la propia isla grande. Ese sentimiento, vigente más de 130 años después, tiene un nombre que lo explica todo: José Martí.












