Foto: Yuli Gurriel / Instagram
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
El domingo 27 de abril un Yulieski Gurriel de 40 años y casi 11 meses pisó por última vez un terreno de Grandes Ligas. Había salido como bateador emergente en el noveno inning y concedió, con roleta a tercera, el último out del partido que Tampa Bay le ganó 4-2 a los San Diego Padres, hasta ese día el equipo del jugador cubano.
Después de una nueva aventura fallida en el cajón de bateo, la gerencia de los Frailes decidió no esperar más por un repunte del veterano y lo colocó en asignación. Hasta ese momento, Gurriel apenas había podido compilar un average de .111, gracias a cuatro imparables en 36 veces al bate oficiales, con tres impulsadas, cuatro boletos y la alta cifra para él de ocho ponches.
Como se podía vaticinar, ninguna franquicia lo reclamó de la lista de waivers, por lo que decidió acogerse nuevamente a la agencia libre en espera de otra oportunidad en la Gran Carpa, aunque son pocos los expertos que apuesta por que eso pueda ocurrir.
Sin embargo, el Yuli no deja de despertar admiración en sus miles de seguidores. Ahora, el mítico número 10 de los equipos Cuba ha vuelto a ser noticia: El insider de MLB Network John Hehman, reveló que el jugador de cuadro espirituano se encuentra entrenando “en el jardín izquierdo para demostrar versatilidad mientras busca su próximo trabajo en MLB”.
A su edad, con un prestigio bien ganado, muchos se preguntarían qué necesidad tiene de exigirse así, o de dónde saca la motivación para seguir. Esas respuestas solamente las podrá responder el Yuli, pero lo cierto es que la temporada todavía es muy joven y alguna escuadra en apuros pudiera repescarlo buscando la experiencia de un jugador de su calibre en el clubhouse.
El mediano de los hermano Gurriel primero se convirtió en una estrella absoluta en el béisbol de la isla, y cuando ya vio que su techo no daba más, decidió irse al Big Show pasados los 30 años. En Houston supo ganarse un puesto de regular indiscutible y, además de par de coronas de Serie Mundial, también celebró logros individuales.
Después de siete años en el equipo tejano volvió a reinventarse, primero en Miami, luego en Kansas, ahora en San Diego, todas organizaciones que lo recibieron bien, pero no fueron capaces de extenderle mucha confianza. Nadie dijo que sería fácil, hay miles de jugadores esperando por su oportunidad, y la gran mayoría son jóvenes promesas, no veteranos en el ocaso de su carrera. Pero el Yuli sigue ahí, sin rendirse.
