Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Foto: Archivo CN360
El presidente de EE.UU., Donald Trump, podría estar a punto de añadir un ingrediente a su política migratoria: el entretenimiento. Bajo el nombre The American, un proyecto de telerrealidad propone que inmigrantes compitan en desafíos patrióticos para obtener la ciudadanía estadounidense. El reality, aún sin aprobación oficial, ya ha encendido el debate ético, político y social dentro y fuera del gobierno.
Esta propuesta, que ha llegado hasta las oficinas del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), plantea que doce inmigrantes previamente seleccionados recorran Estados Unidos a bordo de un tren llamado The American, mientras compiten en retos inspirados en la historia del país: desde ensamblar un Ford Modelo T en Detroit hasta lanzar cohetes en Cabo Cañaveral. El ganador se llevaría el premio mayor: la ciudadanía estadounidense.
Detrás del formato estaría Rob Worsoff, productor canadiense-estadounidense vinculado a programas como Duck Dynasty y Millionaire Matchmaker, quien asegura que su intención es “celebrar el proceso de inmigración” y reavivar el debate nacional sobre qué significa ser estadounidense. “No se trata de castigos ni deportaciones”, afirmó al Wall Street Journal. “Queremos contar sus historias y mostrar su esfuerzo”.
El concepto se basa en inmigrantes convertidos en concursantes, con un barco simbólico llamado Citizen Ship que los deja en Ellis Island, retos semanales y una ceremonia final frente al Capitolio. Entre los nombres que suenan como presentadores, todos inmigrantes naturalizados, figuran Sofía Vergara, Mila Kunis y Ryan Reynolds, pero este último negó estar involucrado.
La idea es generar una “celebración patriótica” que inspire a los espectadores y recuerde los valores fundacionales de Estados Unidos. Pero el enfoque ha levantado alarmas: para muchos, convertir el camino migratorio en un “reality show” no es, de ninguna manera, un homenaje.
De hecho, la portavoz del DHS, Tricia McLaughlin, reconoció que la propuesta está siendo evaluada. En un primer momento, aseguró al Daily Mail que la secretaria Kristi Noem apoyaba el proyecto. Pero luego se retractó ante EFE, desmintiendo cualquier respaldo formal: “Noem no conoce ni ha aprobado el programa”.
Aun así, las contradicciones persisten. McLaughlin también declaró al New York Times que la agencia está “encantada de revisar proyectos fuera de lo común” que promuevan el “deber cívico” y celebren la ciudadanía. Para algunos funcionarios, el problema no es el contenido, sino la motivación: “Esto es autopromoción disfrazada de patriotismo”, dijo una fuente anónima al Daily Mail.
Tal es así que el formato ha sido comparado con Los Juegos del Hambre. Incluso dentro del DHS hay quienes temen que el programa trivialice la travesía migratoria. “La lucha de un ser humano por un futuro mejor no puede decidirse en una votación televisiva”, señaló un funcionario consultado por The Washington Post.
Claramente, organizaciones de derechos humanos también han expresado su rechazo. Para ellos, convertir la migración en entretenimiento refuerza estereotipos y convierte la integración en una competencia superficial. “Es un insulto para quienes han pasado años enfrentando obstáculos legales, sociales y económicos para regularizar su estatus”, declaró un portavoz de Human Rights First.
Desde su llegada al DHS, Kristi Noem ha sido acusada de teatralizar su gestión. Según el Wall Street Journal, ha publicado fotos armada durante redadas, tuiteado operativos en tiempo real y decorado su despacho con imágenes de sí misma en “modo acción”. La propuesta de The American se percibe, para muchos, como una extensión lógica de esa estrategia de comunicación.
Este no sería el primer intento de fusionar políticas migratorias con narrativa audiovisual. En 2017, durante el primer gobierno de Trump, el DHS ya colaboró con un documental llamado Nación de inmigración, que mostraba operativos de ICE desde dentro. Pero lo de ahora parece ir más allá: se trata de un formato con votaciones, entretenimiento y premios.
El proyecto aparece justo cuando Trump endurece cada vez más su retórica migratoria. En ese contexto, un reality show donde los inmigrantes “se ganan” su ciudadanía podría ser visto como un mensaje directo: solo quienes demuestren “mérito” ante las cámaras merecen quedarse.
The American aún no ha sido aprobado ni rechazado. Pero ya ha cumplido una función: abrir una conversación incómoda sobre cómo se representa la inmigración en Estados Unidos.
