El desabastecimiento también se vende en MLC

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Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Neveras vacías y anaqueles decorados con varias hileras del mismo producto, dependientas que no recuerdan la última vez que vendieron toallitas húmedas y apenas dos o tres clientes por piso: ese es el panorama que muestran en estos días no pocas tiendas por Moneda Libremente Convertible del interior del país, aquejadas por un desabastecimiento crónico que ya no es exclusivo del comercio en moneda nacional.

De la incapacidad de mantener el surtido estable no han escapado ni las tiendas en MLC, que hace apenas cinco años tomaron posesión de toda la red que operaba en CUC antes de la llamada Tarea Ordenamiento.

En ese entonces Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación, aseguró frente a las cámaras de la televisión que las tiendas en MLC permitirían abastecer los comercios en moneda nacional y que los establecimientos en dinero cubano no desaparecerían. “Esa no es Cuba, ni nunca lo será”. Su afirmación, sin embargo, fue desmentida por la dura realidad de la isla y se convirtió en uno de los memes más virales de los últimos años.

Hoy no solo están desabastecidas las escasas tiendas que quedan en moneda nacional, sino también las que operan en MLC, con precios que aumentan de un día para otro sin que nadie explique por qué y productos de cuestionable calidad.

Esta situación es aún más tensa en el interior del país, porque la comercialización parece seguir la máxima de que La Habana es Cuba y lo demás, paisaje; un principio que obliga a los “guajiros” a conformarse con lo que llegue a las tiendas o a comprar a sobreprecio los productos que venden en la capital y los revendedores mueven mediante una red de distribución paralela que ha demostrado más ser precisa que la cadena puerto-transporte-economía interna.

Ello explica, en parte, por qué desde hace meses en las tiendas en MLC de provincias como Sancti Spíritus, Villa Clara y Ciego de Ávila la salchicha brilla por su ausencia y los paquetes se venden tranquilamente en portales y redes sociales.

De igual manera ocurre con las confituras, rara vez vista en los comercios de Cimex y Caribe de la región central, o con los cárnicos más asequibles al bolsillo del cubano: perros calientes, picadillos, hamburguesas…, que llevan meses sin enfriarse en las neveras “del campo”.

En el concepto “más asequibles al bolsillo” no caben, por supuesto, las bolas de carne de res o cerdo que, a precios que oscilan entre 10 y 20 MLC el kilogramo, hay que comprarlas según el peso del paquete, porque los dependientes se niegan a picarlo, con lo cual un pedazo de carne puede llegar a costar perfectamente 100 MLC y hasta más. Un precio que Elon Musk pudiera pagar sin inmutarse, pero no la mayoría de los cubanos, que pasan por los refrigeradores, golosean las carnes retractiladas y las dejan donde mismo, casi fosilizadas por la pobre demanda.

Artículos de aseo personal e higiene del hogar también se pierden por temporadas. Ahora mismo, por ejemplo, no hay ni siquiera una marca de toallitas húmedas en ninguna tienda de Sancti Spíritus, ni en varios comercios visitados en provincias como Villa Clara y Cienfuegos, sin contar con las almohadillas sanitarias más baratas, que han desaparecido «del mapa». ¿Por qué no existen ni siquiera las que se fabrican en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel? Es como si nadie tuviera la obligación de explicarlo.

Tampoco eso serviría de mucho. El consumidor necesita encontrar lo que busca, no escuchar por enésima vez que la culpa del desabastecimiento la tiene el bloqueo.