Texto: Raúl del Pino
Fotos: RL Hevia
El reloj marca las 6:30pm de una calurosa tarde primaveral en el Cerro habanero. El estadio Latinoamericano luce inmenso para los pocos aficionados que acaban de escuchar la voz de play ball en un nuevo partido de sus Industriales del alma, esta vez frente al líder de la 63 Serie Nacional de Béisbol, los Tigres de Ciego de Ávila.
Los muros de la colosal instalación proyectan una larga sombra que, tras cada instante que pasa, envuelve más la superficie del terreno donde ya se juega pelota. Alrededor, y desde sus cumbres, las torres de iluminación atestiguan inertes los ecos que producen los golpes del bate, el traqueteo de la mascota del cátcher al recibir una recta o los gritos de algún que otro entusiasta en las gradas.
De repente, en los recónditos laberintos que conforman el interior del estadio, alguien sacude un interruptor y al unísono se prenden levemente centenares de silenciosos bombillos, aunque el suceso pasa de prácticamente desapercibido ante la todavía abundante luz natural.
Tienen que pasar unos minutos para que el fenómeno se aprecie a plenitud. En cuestión de segundos, la cálida luz amarillenta que dominaba la escena, es sustituida por otra más fría, entre lo blanco y azuloso. Pasada la hora de partido, las entonces dormidas atalayas se convierten en protagonistas de un espectáculo lumínico que acontece por primera vez en la actual temporada.
Lo prometido por las autoridades de la pelota antes del inicio del campeonato se hace realidad. El histórico parque capitalino, nuevamente, marca la pauta y el martes 2 de abril se convierte en el primer estadio de Cuba en acoger un juego nocturno en esta Serie, justo un puñado de días después de que todo el país sucumbiera a jornadas de interminables apagones.
Miércoles y jueves se repetirá la misma secuencia: el juego que comenzará de día y terminará de noche, bajo los rayos artificiales que emanan las recias torres. Y un aficionado, ahora embelesado por un evento que en otros años era habitual, se preguntará cuándo volverá a ocurrir. Otro, a su lado, se cuestionará si realmente es necesario.