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Estados Unidos reacciona a protestas en Cuba

Foto: La Nación

Texto: Mónica Fernández

Desde el inicio de las protestas de este domingo 11 de junio, congresistas y senadores cubanoamericanos han estado muy activos a través de sus cuentas en redes sociales. Comparten videos, declaraciones o notas de prensa. Sin embargo, no fue sino hasta minutos después de que el presidente Miguel Díaz Canel llegara a San Antonio de los Baños y dijera que “las calles son para los revolucionarios”, que Estados Unidos emitió su primera declaración sobre las protestas que tenían lugar en Cuba.

Lo hizo a través de la Subsecretaria en funciones de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Julie Chung, quien en Twitter expresó: “Crecen protestas pacíficas en Cuba, el pueblo ejerce su derecho de reunión para expresar su preocupación por el aumento de los casos y muertes por COVID y escasez de medicamentos. Reconocemos los esfuerzos del pueblo cubano organizando donaciones para ayudar a sus compatriotas”.

Unas horas más tarde, en reacción a las declaraciones de Díaz Canel de que “La orden de combate está dada: a la calle, los revolucionarios”, Chung emitió un segundo tweet expresando preocupación por lo que denominó «llamados al combate» y dijo que los Estados Unidos abogan por el derecho de reunión pacífica del pueblo cubano.

A continuación, Jake Sullivan, Asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, se pronunció – también vía Twitter – diciendo: “Estados Unidos apoya la libertad de expresión y de reunión en toda Cuba, y condena enérgicamente cualquier tipo de violencia o ataque a manifestantes pacíficos que estén ejerciendo sus derechos universales”. Sus palabras sorprendieron, no tanto por el contenido sino por quien las dijo. Sullivan no se pronuncia sobre Cuba frecuentemente, y dado su cargo, el que lo hiciera deja claro que la Casa Blanca estaba observando detenidamente el desarrollo de los acontecimientos.

La importancia de los acontecimientos quedó evidenciada cuando en la mañana del lunes, fue el propio presidente Joe Biden quien emitió una declaración oficial, diciendo: “Expresamos nuestro apoyo al pueblo cubano y su clamor por libertad y alivio ante las trágicas consecuencias de la pandemia, y las décadas de represión y padecimiento económico a las que ha sido sometido por el régimen autoritario de Cuba. El pueblo cubano está actuando con valentía al reivindicar sus derechos fundamentales y universales. Estos derechos, que incluyen el derecho de protesta pacífica y el derecho a determinar libremente su propio futuro, deben ser respetados. Estados Unidos hace un llamado al régimen cubano a que escuche a su pueblo y atienda sus necesidades en este momento vital, en vez de enriquecerse”.

Llama la atención que las declaraciones rápidamente pasaron del Departamento de Estado a la Casa Blanca, siendo esta última la que tomó el liderazgo en las comunicaciones.

Y por si quedaran dudas de ello, esta tarde la secretaria de prensa Jen Psaki dedicó varios minutos de su rueda de prensa diaria a ofrecer datos y estadísticas de autorizaciones de exportaciones de los Estados Unidos a Cuba en los últimos años. «Todo indica que las protestas de ayer fueron expresiones espontáneas de gente que está exhausta de la mala gestión económica y represión del gobierno cubano» fue una frase que repitió dos veces durante su intervención.

El rol de Psaki este lunes fue intentar desligar a los Estados Unidos del desarrollo de los acontecimientos en Cuba. Todo el tiempo negó que las acciones de su país estuviesen relacionadas con el origen de las manifestaciones, enfatizando que sí se ha prestado ayuda humanitaria. Sin embargo, al citar ejemplos, se refirió a los fondos para asistencia a la democracia, dinero que el gobierno cubano siempre ha afirmado se emplea con fines de subversión.

El último en pronunciarse fue el Secretario de Estado Antony Blinken, quien en la tarde del lunes ofreció declaraciones televisivas con puntos similares a los ya anteriormente expresados. Sí dejó claro que los manifestantes enfrentaron violencia y represión, e hizo un llamado al gobierno cubano a escuchar y servir al pueblo, en lugar de intentar silenciarlo.

Estados Unidos tiene dos buenas razones para tomar distancia e intentar que las protestas de Cuba no desemboquen en caos.

La primera es la creciente demanda – fundamentalmente de cubanos exiliados – de que Estados Unidos intervenga militarmente en Cuba. Una petición en Change.org ya casi llega a las 200 000 firmas, y la propia plataforma reconoce que es una de las más firmadas de los últimos tiempos. Recientemente el presidente Joe Biden recientemente anunció la retirada de tropas en Afganistán, un intento más de cerrar un ciclo de casi veinte años de presencia militar en el Medio Oriente. Una intervención militar en Cuba es algo que está completamente en contradicción con sus objetivos, globales y regionales.

La segunda razón es que, de descontrolarse la situación, podría producirse un nuevo éxodo masivo. El último sucedió justo tras un evento similar: el Maleconazo en 1994. En lo que va de año fiscal, la Guardia Costera estadounidense ha interceptado ya a medio millar de balseros. Tras cuatro años de fuertes polémicas migratorias y con una crisis en la frontera con México, lo último que desea la administración Biden es recibir miles de emigrantes cubanos.

La realidad es que el gobierno cubano se encuentra en una encrucijada política. Pero al estadounidense tampoco le conviene un estallido social que se desate en una crisis imparable. Hasta el momento, los Estados Unidos han sido cautos en sus declaraciones, pero dejando claro que es un tema de su máximo interés.

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