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Irán Hernández Castillo: “Ahora para mí es prácticamente inevitable no hacer sátira social y política”

Fotos: Cortesía del entrevistado

Texto: Mayté Madruga Hernández

Comienza la entrevista con la clásica pregunta: desde cuándo viene tu interés por la historieta y la gráfica, e Irán Hernández Castillo, replica como si dijera una obviedad: “desde cuándo, desde niño. Lo que más me llamaba la atención eran las artes gráficas. Tengo el referente cercano de mi papá que desde pequeño lo estoy viendo hacer artes plásticas, pintura, dibujo, escultura, cerámica… sin embargo el contar historias, la historieta y la animación me llamaba mucho la atención. Recuerdo ver películas una y otra vez y tratar de entender cómo era que contaban la historia. Luego me di cuenta que estaba tratando de entender la estructura, pero aún no lo sabía”, relata este artista al cual un gato se le posó “casualmente” en su cabeza, y de ahí lo llevó a la popularidad en las redes sociales.

De sus orígenes, su trabajo actual, y de la empatía por Cuba que lo lleva a hacer sátira política, Irán conversó con Cuba Noticias 360.

¿Encontraste algún tipo de herramienta en San Alejandro para poder enriquecer tu interés por el cómic?

Hubo un taller opcional de cómic, y algún que otro profesor sabía o conocía del tema, pero especialistas como tal en cómic: uno o dos profesores. Encontré herramientas en cuanto a técnica, sobre todo. Pero siempre sentía el choque porque no encontraba lo que necesitaba o lo que estaba buscando.

Eso llegó en FAMCA (Facultad de Arte y Medios de Comunicación Audiovisual), que con todas sus luces y sombras está para enseñar a contar historias, ya sea en cine, radio o televisión.

En Cuba existe una creencia extendida que el cómic es solo para el público infanto-juvenil o para el humor. ¿Tú lo ves así o crees que es una mala representación?

Creo que es una mala interpretación al tratar de entender qué cosa es la historieta. Esto viene fundamentalmente de las personas que están al frente de instituciones culturales y de editoriales, el ver el cómic para niños o como un paso previo para la lectura. El niño se interesa “por los dibujitos”, después comienza a leer libros y ya, llega a la literatura y se olvida del cómic.

Esto constituye una falta de cultura de lo que el cómic es. En otros lugares esta idea se superó hace mucho tiempo. El cómic está reconocido como el Noveno arte, incluso. En Bruselas tienes un museo, los artistas del cómic son respetados y valorados. Hay cómic infantil pero también experimental, histórico, incluso cómics que son inadaptables a cualquier otro medio o expresión artística porque explotan todos los recursos de ese lenguaje. Es un lenguaje en sí mismo. Tiene que ver con la literatura, con el cine, pero tiene una riqueza en sí mismo enorme.

¿Según tus contactos con otros historietistas en Latinoamérica, crees que tal vez sea esta visión reducida de ver el cómic, un impedimento que ocurre mayormente en los países hispanohablantes?

Con algunas personas hispanohablantes que he intercambiado sí tienen el mismo conflicto. El tema de la subvaloración de la historieta ocurre, aunque hay excepciones. En países como Argentina tienes autores muy respetados como los Breccia: Alberto, Cristina, Enrique. Te menciono estos porque son los más conocidos, pero hay muchos otros y otras que son iguales de talentosos.

Pero en sentido general a muchos artistas les pasa lo mismo que aquí: el chocar con personas que no comprenden el nivel de vuelo artístico que puede tener el cómic.

También creo que, para Cuba, específicamente, ese espacio tienes que ganártelo. No puedes esperar sentado en la casa a que una institución reconozca que el cómic es arte en sí mismo. Demuéstralo y lucha también tu espacio, porque de eso se trata. Es tu gremio y si para ti es importante: busca, crea y exige el espacio. Pero no veo esa fuerza en el gremio de historietistas. Me parece incluso bastante débil en ese sentido.

Sé que influye el que desaparezca la posibilidad de publicar y lo que hablábamos del enfoque de las editoriales, que es muy limitado y lastra la creación. Aquí hubo una época donde el cómic estaba floreciendo, luego llegó el período especial y todo eso se truncó. Pero bueno, ahora están las redes sociales y hay maneras de publicar e incluso monetizar lo que publicas.

Has hecho cómic periodístico. ¿Cómo fusionas la creación de historias con el imperativo de informar que tiene este género en particular?

Para mí, representar una realidad ya es contar una historia. Como no soy periodista, incluso veo los reportajes con una dosis muy alta de subjetividad del periodista, de la cual, desde mi punto de vista, es muy difícil desprenderse porque siempre estás dejando algo afuera o estás dándole un enfoque a algo, por muy objetivo que uno quiera ser.

De hecho, lo disfruto bastante. Asumo bien la cuestión de la subjetividad y lo relativo de la verdad con la realidad. No tengo conflicto con eso.

Tienes un personaje que te define. ¿De dónde sale Gato?

Tengo amistades que me han comentado las ganas que tienen de crear un personaje que los represente. Viendo autores te das cuenta que muchos tienen un personaje que los identifica o que es la carta de presentación. Yo no andaba buscando eso. Estaba en una etapa en que incluso iba a dejar el cómic. Había invertido una cantidad enorme de energía en una historieta que se llamaba Feedback, trataba de unos rockeros, que querían formar una banda, pero sentían que la música ya no era lo más importante, sino el tema de vender una historia, una imagen. Y lo que deciden es hacer una banda de rock para caerle a tiros al público. Una historia bien hiperbólica y “friqui”. Hice varios guiones de esa historia, bocetos y eso no llegó a nada. Invertí tiempo y energía en eso, incluso lo llevé a editoriales cubanas, pero no funcionó por el tema de la violencia, por eso estaba de salida del cómic. Y de pronto apareció Hablando con gato. Yo tenía mi perfil de Facebook que no lo usaba para nada, pero pensé en convertirlo en una herramienta para promocionar mi trabajo. Quería actualizar mi foto de perfil, pero quería que fuese un dibujo y se me ocurrió ponerme un gato negro en la cabeza.

Yo he tenido momentos de extrañamiento con Hablando con gato. Me pregunto qué es esto, ¿un busto hablando con un gato?, pero sinceramente no estaba buscando un personaje que me identificara ni nada.

Salieron unas primeras trece viñetas, las cuales empecé a mover para publicarlos. Y desde ahí ha sido todo un proceso, pues tengo la sensación de que me lo hubieran susurrado. Es la idea de que te regalen un juguete raro y tú empieces a ver qué puede hacer ese juguete.

Hablando con… empezó tocando cuestiones filosóficas, pero ha variado y entrado en la sátira política de forma muy natural ¿Lo sientes tú así?

A veces quisiera volver a los inicios o tratar temas más experimentales, pero lo que está sucediendo en Cuba es tan intenso y me importa tanto, que quiero hablar de eso, no por deber, sino por empatía y por sensibilidad, sobre todo.

Ahora con la serie que estoy haciendo con El dispensador de respuestas de Antonio Enrique González Rojas estamos yendo más a esa zona de preguntas filosóficas por la que empezó el cómic. Y ojalá pueda dedicarme más a explorarla, que es al final lo que me interesa y fue lo que hice el año pasado, explorar otros tonos, otros lenguajes. Pero ahora para mí es prácticamente inevitable no hacer sátira social y política.

¿En ese sentido, el semanario humorístico Xel2 es un buen ejemplo de trabajo en equipo y humor político?

Xel2 es un colectivo de trabajo y es un grupo. Fue una idea de Wimar Verdercia, y María Esther Lemus y yo fuimos de los primeros que llamó para formar parte de ese trabajo. Luego se han sumado otros artistas como Ramsés Morales Izquierdo, Álen Lauzan y Fabián Sotolongo. Funcionamos como un colectivo. Primero debatimos los posibles temas a tratar y últimamente estamos utilizando herramientas de Telegram como la votación, para decidir cuál tema queda.

Funciona como un taller también donde aprendemos los unos de los otros y nos enseñamos trabajos independientes del semanario. A mí me falta distanciamiento para hablar de Xel2 en el panorama de la sátira cubana, pero nos ha permitido encontrar otras personas que tienen obra así y son diferentes del discurso oficial.

También antes que nosotros, y en paralelo, están los memes hechos en Cuba, que en muchos casos, los considero humor gráfico. Al hablar del panorama de la sátira política cubana en redes sociales hay que hablar de los memes y la figura del memero o la memera, que tiene una función similar a la del caricaturista tradicional: dar un punto de vista sintetizado de un fenómeno de actualidad a través de una representación gráfica.

Qué pasa con el meme o mejor, con quien hace memes, que por su naturaleza no depende de un medio que lo publique o le pague para hacerlo. Nació independiente. No necesita de especialización en artes gráficas para su realización. Y hasta el momento en Cuba no conozco ningún humorista gráfico que tenga el alcance en redes sociales que tienen memeros como Yo uso mi nasobuco, El Ruso, La abeja memera, o Manola.

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