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Una locomotora desaparece y nadie paga por ella

Foto: RRSS

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Una locomotora Baldwin de línea estrecha de 1917 que perteneció al ingenio Vitoria, en el centro norte de Cuba, desapareció hace varios meses del sitio donde se mantenía custodiada, una base de ómnibus en el municipio de Jatibonico.

Pero lo más relevante del suceso no es solo la desaparición —que ya resulta bastante extraña, porque una mole de hierros no se esfuma así como así—, sino que el artefacto formaba parte de un reducido grupo de locomotoras que habían sido declaradas Patrimonio Cultural de la Nación y ni siquiera por eso la maquinaria se había salvado de los depredadores.

En abril, la prensa local relató el vía crucis de la locomotora desde su emplazamiento original, en un ingenio del municipio Yaguajay, pasando por un área del central Uruguay hasta llegar a la base de ómnibus de Jatibonico en un proceso de “quita aquí para poner allᔠcon el argumento de encontrar el mejor lugar para su cuidado. Conclusión: el artefacto con 105 años terminó, de acuerdo con la versión popular, convertido en cabillas. Cabillas que tampoco se sabe a ciencia cierta a dónde fueron a parar.

Según se conoció durante el proceso investigativo y reveló recientemente el periódico de la provincia, el problema tuvo su origen en una reunión de las entidades involucradas en la que se tomó el acuerdo de desmembrar la locomotora porque “ocupaba espacio y no cumplía ningún objetivo”; hubo hasta quien planteó que los pedazos serían más útiles como chatarra.

Estos argumentos ponen en entredicho la capacidad de los cuadros y estamentos intermedios de empresas y organismos estatales que desconocen nociones elementales para el manejo del patrimonio, en este caso azucarero, y toman decisiones que revelan una alarmante falta de sensibilidad.

Fue así como una de las locomotoras declaradas Patrimonio Cultural de la Nación, según consta en la Resolución 02 de 2004 del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), se esfumó, que es la forma más poética de decir que esos hierros oxidados pasaron a engrosar los bolsillos de alguien.

“Desde el Gobierno Provincial se creó un grupo de trabajo para analizar lo ocurrido —según explicó a medios locales el espirituano Ricardo García Hernández, coordinador de Programas y Objetivos—. Se hizo un análisis muy crítico con todos los responsables y se apreció que había desconocimiento del significado del bien”.

Alberto Martínez García, director de la Empresa Provincial de Transporte en Sancti Spíritus, a la cual se subordina la Unidad Empresarial de Base (UEB) Transporte Jatibonico donde se desmembró la locomotora, refiere al citado medio de prensa que el director de la UEB al asumir el cargo nunca recibió constancia de la existencia de ese artefacto, con lo cual lo exonera de culpas.

Al concluir el proceso investigativo, el Gobierno Provincial se escuda en “la falta de conocimientos” y no saca a nadie de sus puestos: “Se trabaja para tener claro dónde están todos los inmuebles con valores patrimoniales (…). Adoptamos las medidas para que un hecho así no vuelva a ocurrir”, aseguró Ricardo García Hernández. Pero no es esa la lección que deja este capítulo de lamentable impunidad. Si, en primera instancia, un bien patrimonial se abandona en un descampado cualquiera; si luego se “evapora” y, por último, no se abre un proceso legal ni le cuesta a nadie el puesto, ¿quién garantiza que hechos como este, lesivos al patrimonio de la nación, no sucedan nuevamente?

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