Fotos: Roy Leyra | CN360
Texto: Hugo León
Aunque el momento más caluroso del año ya ha pasado, cuando las temperaturas del Caribe arrecian o para disfrutar de un día libre, es usual que los habaneros se muevan al este de la capital para pasar un rato en las playas de arena fina y azul intenso de esa parte del litoral.
Sin embargo, cada vez con más frecuencia las familias cubanas redescubren y utilizan sitios de la costa norte de La Habana en los cuales pasar el rato y darse un buen chapuzón, como es el caso de las pocetas en ruinas del municipio Playa, que ya reciben a decenas de bañistas a diario, si las condiciones del tiempo lo permiten.
Una pequeña playa en medio de la ciudad
En estas dos estructuras rectangulares cercanas a la calle 1ra y 26, en Playa, los jóvenes disfrutan de la calidez de las aguas y compiten por los mejores clavados y saltos acrobáticos, mientras que las familias aprovechan la protección de los muros ruinosos y la escasa profundidad para bañarse junto a los más pequeños.
La costa que rodea las pocetas también es utilizada por los bañistas más audaces y por vendedores ambulantes que llegan hasta ahí, conociendo que el lugar está adquiriendo fama entre los habaneros, que tienen aquí una opción gratuita para disfrutar, sin enfrentarse con el transporte a las lejanas Guanabo o Bacuranao.
Según algunos vecinos de avanzada edad, en toda esa zona anteriormente se erigían piscinas con salida o vista al mar, en las casas de personas adineradas que tenían propiedades en el área, aunque no aseguran que estos espacios en específico se traten de esas fastuosas piscinas de hace décadas.
Además, en esta parte de la ciudad fue común la creación de centros y sociedades donde las clases acomodadas de La Habana y los visitantes de la urbe tenían espacios reservados. Posteriormente, el gobierno cubano y el Ministerio de Trabajo crearon los círculos sociales obreros en estos inmuebles y sus inmediaciones.
