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Rumba pa’l Callejón

Fotos: Manuel Larrañaga | CN360

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

El Callejón de Hamel, en la barriada de Cayo Hueso, es uno de los mayores sitios para el desarrollo de la cultura popular en la capital cubana. Desde su fundación en 1990 por el escultor Salvador González Escalona, fallecido el pasado año, se ha convertido en un sitio de obligada referencia para los visitantes cubanos y extranjeros interesados en las tradiciones culturales cubanas y en su diálogo con el resto de las expresiones artísticas.

En este espacio se pueden hallar diversas manifestaciones creativas. Desde talleres de pintura para niños, conciertos, exposiciones  de pintores cubanos,  performances  entre muchas más. Sin embargo, la rumba tiene un lugar especial en este calidoscopio artístico.

Los rumberos cada fin de semana le ponen un sello identitario a este lugar y a su alrededor se colocan decenas o cientos de personas para escuchar el sonido de los tambores que identifican a cabalidad la cultura cubana y sobre todo sus expresiones populares. 

Se puede decir que el Callejón… ha evolucionado a partir de ese haz de fuego que significa la presencia de los rumberos en el corazón de este sitio de Cayo Hueso. El Callejón… ha crecido, se ha expandido y se ha dado a conocer mundialmente y la rumba no solo sigue ahí, sino que es uno paradigma del paisaje edificado por Salvador, quien se entregó a este sitio todo su potencial creativo.

Alrededor de los rumberos se sitúan hileras de personas entre las que se encuentran especialistas, simples curiosos o visitantes interesados en descubrir los secretos de esos golpes majestuosos contra el cuero, que escapan por los muros del Callejón… y se acoplan con el estruendo de la ciudad.

Este sitio también se ha transformado desde hace años en un atractivo turístico en la capital. Pero no es simplemente un lugar para el esparcimiento de los turistas que quieren llevarse a su país semblanzas de su paso por La Habana en un celular o una cámara fotográfica. La visita les permite especialmente conocer uno de los puntales que sostienen el frondoso árbol de la cultura nacional  y aprender, de paso, sobre esos rumberos que le sacan chispas al cuero. La atracción turística también se convierte en ocasiones en un proyecto comunitario, que, a fin de cuentas, fue el objetivo de Salvador con la fundación del Callejón…

De ahí que se ha podido ver como los rumberos les enseñan los misterios de los tambores a niños y adolescentes y luego ellos cumplen su sueño de tocar estos instrumentos con las expresiones de la alegría dibujadas en el rostro. Y quizás estos niños que practican con la ilusión a tope pueden ser los próximos  rumberos y llegar a tocar al Callejón o irse de gira por el mundo con algunos de los grupos de rumba que prestigian internacionalmente la cultura cubana.

No son solo rumberos aficionados los que han sacado brillo a los tambores en el Callejón…  Por las peñas de rumba que habitualemente se realizan cada domingo, han pasado figuras de la talla de Merceditas Valdés, los Muñequitos de Matanzas, Yoruba Andabo, Clave y Guaguancó, Tata Güines, y Afrocuba de Matanzas, por solo citar algunos.

La presencia de estos grupos habla por sí sola del alcance de este espacio y de la significación que ha alcanzado en la cultura cubana y sobre todo en sus vertientes populares. Uno de sus promotores, Elías Aseff, indicó en una conversación con la musicóloga Camila Cortina:

“La riqueza de nuestro país es esa amplia diversidad que puede existir en una misma cuadra, incluso en una misma casa. Y a veces […] el cubano como símbolo de rebeldía adopta la identidad que quiere. Entonces ahí viene la rumba, que agrupa sobre todo a las personas que siguen y se interesan por la cultura negra. Cuando ellos ven un lugar que es diferente, que rompe los esquemas, que tú le das un producto elaborado y no porque te lo vendo sino porque está aquí, las personas vienen y encuentran lo que buscan porque están ávidas de toda esa cultura”.

Aseff agregó: “Esas personas, o identidades como los rastafaris, los santeros, los paleros, siguen esta cultura y ven el Callejón como el lugar donde manifestarse. Y como este lugar se ha acrecentado y ya no es sólo un lugar de rumba o de divertimento, también sirve para el estudio y la socialización de los problemas de la sociedad. Entonces todas esas personas se sienten identificadas”.

La identificación con el lugar y con las expresiones que allí se cuecen  es una de las marcas más reconocidas del Callejón.., que tras la muerte de Salvador tanto sus artistas como los pobladores han mantenido en pie la magnífica obra del escultor. Y no hay mejor homenaje para su memoria que esa fiesta rumbera en la que cada domingo se escucha el sonido de las manos negras, mestizas y blancas contra el áspero cuero, que se mezcla con la pintura, los juegos infantiles y todo ese arte libre que ha nacido durante décadas en esta conocida barriada de Cayo Hueso.

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