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La salud mental es un lujo, no nos engañemos

Foto: NBC

Texto: Mónica Fernández

Esta semana, la gimnasta estadounidense Simone Biles ha puesto en el centro del ojo mediático un tema de vital importancia: la salud mental. Y lo hizo retirándose de varias competiciones de los Juegos Olímpicos, debido al estrés que le han acarreado.

Simone Biles es una mujer formidable y extremadamente resiliente: además de que se le considera la mejor gimnasta de todos los tiempos, superó – hasta donde sea posible emplear esa palabra- varios traumas personales: el haber pasado una parte de su niñez en un orfanato y el abuso sexual por parte de Larry Nassar. En lugar de presentarse como una víctima, esta joven de 24 años se ha esforzado por utilizar su fama para intentar se produzcan cambios estructurales en USA Gymnastics, la organización que permitió y ocultó los crímenes de Nassar y que tiene hoy en Biles a su principal fuente de ingresos, así como hablar sobre empoderamiento femenino y la importancia de la salud mental de las atletas.

El gesto de Simone Biles al retirarse primero de la competencia en equipos, y luego de la individual (y con ello aceptar la pérdida de las preseas olímpicas) fue hermoso. Ella tuvo el valor de hacer algo que muchos no nos atrevemos: renunciar a un sueño que se volvió tóxico.

Uno de los principales consejos sobre salud mental que nos brindan tanto especialistas médicos como publicaciones en Instagram, es saber decir “No”, aprender a identificar dónde están nuestros límites. Parecería algo fácil, pero es posiblemente de las cosas más duras que debemos hacer en nuestras vidas. Especialmente porque decir “No” no siempre es una opción.

Y es que la salud mental hoy día es un lujo. Creer lo contrario es, a mi entender, un acto de ingenuidad. Simone Biles pudo permitirse decir “No”. Naomi Osaka pudo permitirse decir “No”. Me pregunto: ¿acaso un deportista olímpico cubano puede hacer lo mismo? ¿Mijaín López, por ejemplo? Ni les pasaría la idea por la cabeza. Y no solo los cubanos: con la retirada de Biles, el equipo femenino ruso obtuvo la medalla de oro. ¿Sufren menos estrés las atletas rusas? Es poco probable.

Llevemos esta conversación a otros ámbitos: una persona pide una baja temporal en su trabajo para poder descansar y recibir asistencia psicológica durante un momento de estrés particularmente fuerte. Que sepa identificar que necesita ayuda y la reciba es una excelente noticia. Pero debemos entender que alguien que puede hacer eso es una persona muy afortunada, pues cuenta con un sistema de apoyo – familiar, económico, laboral y social – que le permite tomar esa decisión. Esa no es la norma. Todos vivimos situaciones de estrés, la diferencia es que no tenemos las mismas opciones para manejarlo.

¿Por qué entonces es tan común que veamos más muestras de empatía con quien pudo darse el lujo de decir «No», pero no por quien carece de esa opción y debe seguir adelante, manejando las causas y consecuencias del estrés de la mejor manera que pueda?

¿Cómo podemos hablar de salud mental con una persona en precariedad laboral, con un inmigrante, con un estudiante a punto de realizar exámenes de admisión, con un empleado cuyos jefes no admiten menos que la perfección? Ninguno de ellos puede negarse a muchas de las situaciones que le generan estrés, tomarse un tiempo para sanar, para descansar, salir de vacaciones y desconectar del mundo.

No basta con portadas de medios internacionales, como una de CNN que reza “El problema que Simone Biles puso al descubierto”. ¿De verdad alguien puede creer que no sabíamos que el estrés es un problema? Por supuesto que lo sabemos. Pero ¿qué hacemos a nivel individual y como sociedad para paliarlo? De eso se habla menos.

Simone Biles es una mujer fuerte. Fuertísima. Lo ha demostrado en numerosas ocasiones, esta fue una de ellas. Y posiblemente tras estos Juegos Olímpicos su carrera se vea afectada a corto plazo, pero el tiempo probará que tomó la decisión correcta. Y para todos los que nos sentimos identificados con ella, nos ha dejado una invaluable lección de fortaleza emocional. ¿Qué podemos hacer por nosotros mismos? Salir de casa, hacer algo de ejercicio, conversar con nuestras familias y amigos, practicar alguna afición … todas estas son formas probadas de manejar el estrés.

Pero no dejemos que nadie venga a decirnos “aprende a decir no” o “la salud mental es lo más importante”, como si no lo supiéramos y hubiésemos optado por el estrés como una decisión consciente. Hay cosas con las que, sencillamente, no nos queda otra opción que aprender a convivir.

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