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Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Ya era un rostro conocido en la televisión cubana, pero cuando entró en el elenco del programa humorístico Vivir del Cuento como Isidoro, sobrino de Ruperto e hijo de Consuelo, Marlon Pijuan se coló también —y de qué manera— en los hogares cubanos.
“No imaginé que Isidoro creciera de esa forma, que la gente lo quisiera tanto”, ha confesado el joven actor a la prensa sobre su personaje, un muchacho irreverente y desenfadado con el cual ha querido mostrar a una parte de la comunidad gay que pocas veces se ve en televisión.
“Generalmente en el humor y la televisión el gay es marginado o es siempre objeto de burla, no sirve como buen ejemplo, y quería mostrar un personaje contemporáneo: joven, con estudios, inteligente, cariñoso, amable, servicial y nunca una burla, al contrario, sirve en el programa como ejemplo de ideas a seguir, con los valores que tiene un joven cubano hoy y en cualquier parte del mundo”, ha explicado Pijuan, quien comenzó a actuar como jugando, en La Colmenita, y en la adolescencia decidió que seguiría en serio por esos rumbos profesionales.
Como director de casting y con un personaje que hablaba inglés se estrenó en el cine, en la película Cuba Libre; de la mano de Jazz Vilá ha subido con éxito a las tablas y en la pequeña pantalla ha conducido varios concursos de talentos, experiencias que mucho le han aportado como profesional y como ser humano. Pero fue Isidoro, Isi, el personaje que dio un giro a su carrera.
A Vivir del Cuento llegó con la idea de disfrutar el trabajo con los actores, a quienes había conocido en un espectáculo anterior. Sin embargo, lejos estaba de imaginar que Isidoro se ganaría un lugar de privilegio en el afecto de los cubanos.
Según el propio Pijuan ha declarado a los medios, armó la historia con el referente de varios amigos, excelentes seres humanos y gente talentosa que lo rodea y cuyos conflictos también ha vivido de cerca.
“Creo que es muy invasivo que la gente se preocupe por la preferencia sexual de otra persona, porque al final nadie sabe lo que pasa en la intimidad de las parejas, da igual si eres heterosexual, homosexual, trans, bisexual —ha confesado—. El personaje de Isidoro parte de eso, del respeto que le tengo a tantos amigos que amo con la vida, bailarines, actores, músicos… Defiendo muchísimo los derechos de esa comunidad, porque no hay que ser gay para defenderlos”.
Por el tremendo respeto que le profesa al público, asume la popularidad como un imperativo de su carrera, como un síntoma de que su trabajo está llegando a la gente: “Creo que el arte no se hace ni para los críticos ni para los especialistas, sino para el público, para la gente común, da igual si el vecino del barrio o cualquiera que te vea por YouTube, porque uno no sabe quién te está mirando”.
Quizás Marlon Pijuan no llegue a saber a ciencia cierta quién lo está mirando; pero puede tener una certidumbre: Isidoro, que comenzó siendo apenas el sobrino de Ruperto, ya figura por derecho propio entre los vecinos más carismáticos de Pánfilo.