Foto: Netflix
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Es muy difícil no tener entre ese baúl de recuerdos de la infancia las lecturas de Pinocho, ese libro que muchos leímos y que posiblemente nos haya marcado durante una buena parte de la niñez y quizá de la adolescencia.
De Las aventuras de Pinocho, como se llama originalmente el libro escrito por el italiano Carlo Colladi, se nos grabaron en la memoria el amor del carpintero Gepeto por su hijo de madera, al que le dio forma con sus manos y con todo el amor de un padre que quería traer de regreso a su hijo a la tierra.
El libro nos lleva de la mano por todas las peripecias de Pinocho hasta que nos muestra finalmente que todo se trataba de amor, de esa solvencia espiritual que acompañó al padre a buscar a su hijo de madera hasta en los confines mas inhóspitos. El libro es una lección de cariño paternal, de lo que están dispuestos los padres a hacer por sus hijos hasta en los contextos más complejos.
Ahora el oscarizado director de cine mexicano Guillermo del Toro nos trae de vuelta a Pinocho en una película llena de humanismo que acaba de estrenar la plataforma Netflix. El Pinocho de Guillermo del Toro es una versión muy personal del volumen de Colladi y está recreada en esas atmósferas a veces lúgubres, a veces íntimas, que caracterizan el cine del director tapatío.
La cinta, con alto contenido humano esboza un continuo diálogo con la muerte a través de su personaje principal, el juguete travieso de madera que tras cobrar vida propia quiere convertirse en niño. El filme es bastante fiel a la historia original y repasa durante sus casi dos horas de duración los vínculos paternales, la búsqueda de la aceptación, el significado de la pérdida y los vínculos más oscuros y luminosos que unen y separan al mismo tiempo a los seres humanos.
Creada mediante la técnica de animación stop motion y ambientada en la Segunda Guerra Mundial, el filme es un retrato de lo que hemos sido los seres humanos, con nuestras luces y sombras, pero sobre todo de lo que podríamos ser siempre que el amor prevalezca.
La muerte es uno de los hilos conductores de la trama. El propio director ha señalado que delineó un retrato de la muerte «como un ente necesario, hermoso y profundo». O sea, Del Toro busca naturalizar ese estado final del ser humano como un sitio al que llegaremos todos, pero para el mexicano lo importante es el recorrido que cada uno emprende antes de llegar a la inevitabilidad del final.
En primera instancia la película no debería ser vista por niños sin la compañía de un adulto porque puede ponerlos frente a preguntas esenciales de la vida que tal vez, a edades menos avanzadas, no estemos listos para comprender; aunque a veces nunca llegamos a estar lo suficientemente preparados para responder a las esencias, razones o dificultades que nos plantea el paso por la tierra.
Es un retrato muy personal el que ha logrado Del Toro con esta película que se mantiene sobre atmósferas sombrías que finalmente traen destellos de luz cuando se impone el amor y las relaciones familiares que desembocan en la felicidad.
La cinta también dialoga con la historia. Secuestrado por el líder de un circo, Pinocho le gasta una burla al dictador italiano Mussolinni, caricaturizado hasta el ridículo por Del toro en el filme.
Pinocho fue estrenado recientemente y la recomendamos, no solo a aquellos que dormían con el libro debajo de la almohada sino para todos los que piensen, como diría Lennon, que todo lo que necesitamos es amor.
