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Mario Sardiñas: la “gozancia” y la “ricurancia” tras el personaje de Chequera

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

En lo de despistado y bonachón, Mario Sardiñas se parece bastante a Chequera, el amigo que vive enredando a Pánfilo en las más hilarantes situaciones de esa Cuba en miniatura que es Vivir del Cuento. Llega con su “gozancia” y su “ricurancia” para plantearle al viejo lo mismo un negocio por cuenta propia que una excursión a la casa del gerente, iniciativas que —bien lo saben los fanáticos del espacio— terminarán en desastre.

Más de una década lleva Sardiñas prestando su piel a un rol con el cual se ha ganado un lugar de privilegio en el cariño de los cubanos, algo que no alcanzaba a imaginar cuando trepaba matas y se bañaba en el río allá en Jaronú, Camagüey, donde nació y pasó su infancia.

Fue el payaso Socotroco que cobraba 20 pesos por animar los cumpleaños del batey; pero el humor, lo que se dice el humor de verdad, comenzó a interesarle cuando fue a estudiar Tecnología Química Azucarera en Santa Clara y se relacionó con agrupaciones como La Oveja Negra, Cortocircuito, Apagón y La Leña del Humor.

Aquella experiencia cambiaría para siempre su vida: al graduarse en 1994 regresó a su pueblo, donde pasó poco más de un año en el central antes de irse a trabajar como promotor en la Casa de la Cultura. Luego vendría su integración al grupo Teconté, del municipio de Florida, con el cual participó en su primer festival Aquelarre.

Según declaraciones del propio Sardiñas en varias entrevistas, su salvación fueron los cursos de verano del Centro Promotor del Humor. Dirigidos por Osvaldo Doimeadiós y con profesores como Armando Suárez del Villar y Carmen Fragoso, terminaron por confirmarle que su camino era la comedia.

Todavía se recuerda su obra Postmodernofobia, con la cual obtuvo premio al mejor monólogo en el Festival Aquelarre del año 2000 y que le sirvió de estímulo para mantenerse “pegadito a la tarima” de los reconocimientos en las salas de teatro en los años siguientes.

Para cuando llegó a Vivir del Cuento, ya era un rostro reconocible en la televisión por papeles como Chuchi, en el programa juvenil A moverse, y Mycroft Holmes, el hermano del protagonista en el espacio El nieto de Sherlock Holmes, una serie humorística de escasa aceptación pese a sus elevados presupuestos estéticos.

Pero Juan José de la Caridad, alias Chequera, no ha tenido comparación en su vida artística. Consciente de lo que significa este personaje para el cubano de hoy, Mario Sardiñas lo ha definido con la agudeza de quien le presta la piel y no pocos sentimientos:

“Es un músico frustrado con sus Rompetímpanos de Mayarí; un tipo inmaduro, irresponsable, solitario, que siempre está dando perro muerto en casa del protagonista. Él siempre llega, plantea la situación y enreda a Pánfilo o al que sea. Curiosamente, a pesar de su edad, es como un niño chiquito. Su personalidad despreocupada e irracionalmente optimista ha hecho que varios muchachos se sientan identificados con él y que se les peguen sus frases”.

Mantener por más de una década la vitalidad del Cheque ha sido un reto tremendo para Sardiñas, no solo porque debe reinventarse constantemente, sino porque lograrlo junto a ese “monstruo” del humor que es Luis Silva tiene un doble mérito.

Por suerte para él, el colectivo de Vivir del Cuento, más que un equipo de trabajo, es una gran familia, por lo que todos los personajes se piensan en colectivo, nadie es egoísta con los chistes. “Tratamos de pensar en las mejores líneas para cada quien y cambiamos lo que haga falta con tal de que todo funcione lo mejor posible en ese sentido”, explica Sardiñas.

Sobre la censura le preguntan siempre, y él hasta lo comprende, porque ni ellos mismos a veces se explican cómo les dejan pasar tal o mascual chiste.

“Hasta ahora mantenemos la misma opinión —sostiene—: la censura existe, pero si uno es capaz de trabajar las cosas justificadamente y las trata con la suficiente inteligencia, todo se puede decir”.

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