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Parir en la Cuba del 2023…

Foto: Roy Leyra | CN360

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

En una nación como Cuba, prácticamente asfixiada por un proceso de envejecimiento poblacional, la lógica indicaría que la natalidad se estimulara en todas las fases posibles: antes de la concepción misma, durante el embarazo y en los primeros meses de la nueva vida.

Eso es lo que la lógica indicaría y lo que, teóricamente, las políticas gubernamentales establecen en sus proyecciones y normativas, pero en la práctica, en la privacidad de los hogares cubanos, las condiciones no propician que las familias se multipliquen.

En papeles está clara la prioridad que se confiere a este asunto. El Decreto-Ley 56/2021 “De la maternidad de la trabajadora y la responsabilidad de las familias” pretende estimular la natalidad con un grupo de beneficios, entre ellos, la igualdad de ambos padres para solicitar la licencia para el cuidado de los hijos, así como la protección al padre trabajador, ya sea en el sector estatal como privado.

Licencia de Maternidad en Cuba y otros temas

La atención médica durante el embarazo, el descanso pre y posnatal, la lactancia materna, la atención al recién nacido y los cuidados previstos para las edades tempranas son derechos ya naturalizados entre los cubanos, así como la tan llevada y traída licencia de maternidad a partir de la semana 34 del embarazo en espera del parto y hasta 12 semanas posteriores a este para la recuperación, que se extiende luego hasta que el bebé cumple un año.

Durante ese lapso, las prestaciones que recibe la madre fluctúan, pero terminan siendo equivalentes al 60 por ciento de su salario promedio mensual, calculado a partir de lo percibido en los 12 meses inmediatos anteriores al nacimiento del hijo. Si la cifra fuera inferior al salario mínimo establecido en el país, las prestaciones se elevarían hasta dicha cuantía, según consta en el referido Decreto-Ley.

Y ello aplicaría, en principio, para todas las formas de gestión y propiedad que actúan en la economía cubana, pero que esté en la letra de un documento legal no significa que siempre se cumpla.

De ello dan fe varias madres consultadas por Cuba Noticias 360, quienes revelaron no pocas irregularidades que enturbian el panorama de la natalidad: los especialistas que deben determinar el monto de la licencia de maternidad no siempre están actualizados en la legislación vigente, los trámites para presentar certificados y la documentación requerida puede provocarle el parto a cualquiera, en el sector privado algunos dueños de negocios hacen caso omiso de los derechos de las trabajadoras encintas…

Este último fue el caso de Dalila Pérez, una mulata escultural que laboraba de mesera en un célebre paladar de La Habana —de cuyo nombre no quiere acordarse— y en cuanto le comunicó a su jefe que estaba embarazada comenzó el vía crucis que terminó con su contrato de trabajo.

“No me dijeron que me sacaban por estar embarazada —explica—, pero me pusieron tantas trabas, me señalaban tantos errores que no me habían señalado antes y me preguntaban todo el tiempo cómo podría servir las mesas cuando me creciera la barriga”.

No es la generalidad, pero basta que existan capítulos aislados para que la situación preocupe. Lo que sí es un mal generalizado, lamentablemente, es la total incapacidad de la prestación salarial recibida para satisfacer las más elementales demandas del embarazo y los primeros meses de vida del bebé, no solo por la espiral inflacionaria que ha encarecido desde las toallitas húmedas hasta los culeros desechables, sino por el desabastecimiento crónico de casi todo lo necesario para tener una maternidad medianamente digna.

Con paquetes de pampers a más de 10 MLC, sin garantía de jabón o detergente para lavar, ni de la proteína mínima que requiere una mujer en posparto, por solo citar algunas de las precariedades más notorias, no es de extrañar que las familias cubanas pongan en pausas sus planes de procrear.

La natalidad es fenómeno multicausal, tal como lo definen los expertos, y ni las políticas públicas diseñadas por el gobierno para impulsarla ni las facilidades que se les han ido incrementando con el paso del tiempo a las mujeres una vez que dan a luz han logrado revertir esta tendencia sostenida a decrecer que tienen los nacimientos en Cuba.

Recientemente se desarrolló la Encuesta Nacional de Fecundidad 2022, instrumento que se propuso, además de entrevistar a quienes se hallaban entre los 15 y 54 años de edad, hurgar en las características sociodemográficas y socioeconómicas, las relaciones de pareja, las intenciones reproductivas, la anticoncepción, la distribución de tareas y la conciliación trabajo-maternidad/paternidad.

Aunque no se han revelado todavía los resultados, sí han emergido conclusiones parciales, entre ellas, que si las parejas esperan a reunir las condiciones ideales no tienen hijos nunca; que todavía pesan los vicios patriarcales que subyugan a las mujeres y, sobre todo, que los jóvenes no se esconden para reconocerlo: prefieren emigrar de Cuba para comenzar a pensar en traer hijos al mundo.

Ya lo advierte la Organización Mundial de la Salud en sus documentos rectores: la maternidad segura abarca la promoción y la protección del derecho al grado máximo de salud que se pueda lograr para las mujeres, las madres y los recién nacidos, así como el acceso a servicios adecuados de salud y sistemas sanitarios seguros y eficientes, una asignatura que ahora mismo Cuba no está aprobando con sobresaliente.

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