Foto: Evren Kalinbacak | Shutterstock
Texto: Raul del Pino
El voleibol sigue confirmándose como el deporte vanguardia en Cuba en cuánto a contrataciones internacionales se refiere. Desde que esta política se aprobó en el país hace una década, en el 2023 la cifra de jugadores que se desempeñan -o lo harán- en ligas foráneas bajo la sombrilla del Inder, supera otra vez el medio centenar, entre uno y otro sexo.
“Exactamente 51 contratos, 21 en el femenino y 30 en el masculino”, reveló el metodólogo de la Federación Cubana (FVC) Osvaldo Martínez a una emisora estatal de la Isla. El directivo acotó que esa cantidad ya está muy cerca de las 56 firmas del año anterior, a falta de más de un mes para el cierre del mercado de fichajes el 15 de octubre próximo.
Sin embargo, el federativo siempre dejó la aclaración de que, aunque el objetivo de la FCV sea seguir aumentando el número de contratos, “ello se debe lograr un desarrollo escalonado”. O lo que es el mismo, el enmarañado proceso por el que tienen que pasar todas las ofertas para finalmente ser aprobadas.
Aquí cabría preguntarse por qué el voleibol cada año sí logra acuerdos para tantos jugadores, mientras que otros deportes con igual talento y potencialidades apenas pueden hacerlo. ¿Acaso el béisbol cubano no podría superar o incluso duplicar al vóley?
Sucede igual con otras disciplinas que, al menos a nivel de área, pudieran encontrar contratos y, por ende, mejores condiciones de vida para sus deportistas. Y por supuesto, está la otra cara de la moneda, nunca mencionada por el Inder, que son los cientos de atletas que piden la baja de sus respectivas federaciones para buscar un contrato por su propia cuenta.
Pero la posición de honor que ocupa el voleibol en cuanto a fichajes queda empañada si miramos a un puñado de jugadores nacidos y formados en Cuba que hoy son de los que más brillan en el panorama internacional, pero representando a otras banderas.
Cada remate de Melissa Vargas con la camiseta de Turquía o cada saque de Wilfredo León con la de Polonia deben resonar infinitamente en las oficinas de la Ciudad Deportiva. Ambos talentos tienen en común el haber saltado al estrellato desde niños, pero cuando alcanzaron un poco de madurez y conciencia decidieron separar sus caminos al de la federación de la tierra que los vio nacer.
La propia Melissa actualmente es considerada la mejor jugadora del planeta tras el año que acaba de protagonizar con la selección de su nación adoptiva. Primero ganó el oro y el MVP de la Liga de Naciones femenina a principios del verano, y ahora acaba de repetir lo mismo en el campeonato europeo.
Tal era la expectativa del país euroasiático por contar con la talentosa cienfueguera que fue el propio presidente Recep Tayyip Erdogan el que le entregó la nacionalidad turca hace dos años. Y ya rindió frutos por encima de las expectativas.
Tampoco se queda atrás León, otro que es figura clave en el sexteto regular polaco que por estos días también compite por el título continental en el certamen con sede compartida entre Italia, Bulgaria, Macedonia del Norte e Israel.
Una de las principales características del auxiliar santiaguero siempre fue la potencia de su servicio y no por gusto desde que se estableció en la Liga Italiana ha dominado esa categoría. Pues ahora en el evento continental, el cubano estableció un nuevo récord de velocidad para un saque, al golpear el balón a 138 kilómetros por hora.
Para poner en contexto, esa marca en millas sería equivalente a casi 85, o lo que es lo mismo la velocidad promedio de los lanzadores de la Serie Nacional de Béisbol en Cuba. De acuerdo con la cuenta oficial de la Federación Europea, el registro de León fue un km/h más rápido que el anterior récord mundial que el neerlandés Nimir Abdel-Aziz implantara solo unos días antes. Sencillamente, bestial.