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2020: Paren el mundo, que me bajo

Texto: Darcy Borrero

Al momento de escuchar las 12 campanadas de la medianoche, cuando se abrazaban las familias y se chocaban copas brindando por el año nuevo, nadie podía predecir un 2020 de cambios trascendentales para la humanidad. Ni siquiera la Asociación Yoruba de Cuba, que unos días más tarde hizo pública su tradicional Letra del Año. Daban por seguro la caída de dictaduras: “Destitución de un gobierno provocado por golpe de estado e intervención de un ejército”; la proliferación de enfermedades, pero todo lo suficientemente abstracto como para no imaginar la magnitud del cataclismo planetario.

Si hubiera que hacer un resumen de lo que fue el año, habría que colocar en el centro una pandemia de COVID-19 que ha sido transversal, aun cuando la experiencia del virus ha dejado otras lecturas sobre el funcionamiento de las sociedades contemporáneas, adaptables a nuevas formas de reproducción de la cotidianidad.

Quienes salieron a darle la vuelta a la manzana con una maleta y ánimos de viajar fuera de Cuba tuvieron que guardar equipajes y acatar la orden del ‘quédate en casa’. Y desde ahí aprender a vivir una nueva normalidad que contempla trabajo a distancia y mayor cercanía con los convivientes. Cada cual tendrá entonces sus propias historias que aportar a la biografía colectiva del 2020. Para algunos, con sobrevivir(lo) basta. El memorial de nombres que hace unos meses publicó el New York Times sirvió como testimonio simbólico de la muerte de millones de personas en el año de la pandemia. Era todavía mayo y se pensaba que la COVID-19 ya iba a dejar de ser presente para convertirse en pasado. No lo fue. No lo ha sido.

No obstante, por momentos, se ha percibido cómo la COVID-19 ha quedado en segundo plano. No solo porque hayamos aprendido a convivir con ella, a lavarnos más las manos, untarnos ‘hand sanitizer’ hasta la saciedad y evitar el toqueteo compulsivo de nuestro cuerpo y de los cuerpos que nos rodean.

La pandemia se ha borrado por horas de las agendas mediáticas en varias ocasiones durante el año, para quedar apenas como el telón de fondo, delante del cual se mueve el mundo.

Uno de esos ratos en que pareció ponérsele pausa a la mediatización del virus fue durante la campaña electoral, los debates presidenciales y, en general, las elecciones de Estados Unidos. A la audiencia, de la mano de los medios, llegó a interesarle más la mosca que se posó en la cabeza de Mike Pence, el “shut up, man” de Biden, la sonrisa de Kamala Harris o el ‘stop count’ de Donald Trump, que la amenaza real de miles de vidas bajo el virus proveniente de Wuhan.

Tanto como se llevó más portadas la muerte del astro del fútbol Diego Armando Maradona o su coterráneo Quino, el célebre creador de Mafalda. “Paren el mundo, que me bajo”, “en este mundo hay más gente interesada que interesante”, son algunas de las líneas que podríamos parafrasear con total vigencia. Otras frases y otras muertes —las del basquetbolista Kobe Bryant y el actor Seann Connery— acapararon merecidos titulares mientras se ponía en pausa la pandemia.

Más allá de eso, y del respiro profundo de la naturaleza, la recuperación de hábitats y, en contraste, una temporada ciclónica que arrasó con Centroamérica, qué pasó en 2020.

Hubo Súper Bowl, por primera vez Jennifer Lopez y Shakira danzaron juntas en un escenario inmenso mientras la prensa se centró en los traseros de ambas. Hubo fútbol y béisbol. Hubo polémicas sobre la permanencia de Messi en el Barcelona. Goles y jonrones. Carreras. Y aunque desde la virtualidad, se desarrollaron miles de eventos que emplearon las plataformas Zoom, o Meets.

Hubo, además, puños y patadas en la UFC. Y Beirut, capital de Líbano, amaneció devastada en agosto tras una explosión en el área portuaria que dejó sin vida a decenas de personas, mientras miles resultaron heridas.

Asimismo, desde el 31 de enero trascendió, aunque probablemente pasara desapercibido para algunos, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Conocida como «Brexit» la partida histórica por ser este el primer país en abandonar el bloque se produjo luego de más de tres años de debates desde que el 51,89% de las personas de Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda del Norte y Gibraltar votaran para abandonar la UE.

Y las acciones estadounidenses en la Bolsa de Nueva York registraron el 12 de marzo su peor día desde 1987 debido a la creciente preocupación por el coronavirus.

Uno se pregunta si acaso no pasaron cosas felices en 2020, si todo ha sido lamentable para el mundo cuando el desempleo y el desalojo, junto al desamparo, han tocado a las puertas de tantos. Pero me temo que las historias de un 2020 feliz habría que encontrarlas al interior de hogares que se hicieron más fuertes, donde se aprendió el significado de familia más allá de vínculos de sangre. Esas historias de convivencia no aparecerán en las portadas, sino que habría que escudriñar tejidos adentro para hallarlas.

Para los más dados a las metáforas de vida, un dato: una poeta estadounidense recibió el nobel de Literatura. Louise Glück. En sus versos, no muy conocidos para muchos antes del premio, se muestra según el jurado “su inconfundible voz poética, que con austera belleza hace universal la existencia individual”. La llaman ‘gran poeta de temas domésticos e intimistas’.

… “Comparados con el sol, aquí todos los fuegos/ son breves, cosa de aficionados/ se acaban cuando se consumen las hojas/ Entonces reaparece el granjero, rastrillando cenizas/ Pero la muerte es real”…

En tiempos de incertidumbre, la gente busca comprensión y significado.

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