Foto: Carlos Cisneros
Texto: Hugo León
Con 97 años de edad falleció el mexicano Antonio del Conde, conocido como “El Cuate”, dueño del Granma, la famosa embarcación en la que Fidel Castro y otros 81 expedicionarios llegaron a Cuba para alzarse contra el gobierno de Fulgencio Batista.
Del Conde pereció a finales de marzo de este año, aunque no fue sino hasta este viernes que sus familiares dieron a conocer la noticia. Medios estatales cubanos especificaron que su deceso ocurrió el día 28 del mes pasado en Tecate, en el estado mexicano de Baja California.
Murió en un asilo, donde se encontraba desde hacía muy poco tiempo, según la agencia de noticias Prensa Latina.
El Cuate conoció al joven Fidel en la década de 1950 en una tienda de armamentos que tenía en Ciudad de México. Castro, líder del futuro grupo guerrillero cubano, fue allí junto a su hermano Raúl y Ernesto “Che” Guevara, en busca de armamentos para iniciar la guerra y así ocurrió el encuentro, según la historiografía de la isla.
Desde entonces se inició la amistad entre el mexicano y el jefe insurrecto, exiliado en México tras una amnistía general que lo liberó a 22 meses de su encarcelamiento por el asalto armado al Cuartel Moncada.
El grupo cubano lo bautizó como “El Cuate”, que significa “el amigo” y éste brindó sus contactos en Estados Unidos para la adquisición de armas a precios bajos.
De acuerdo con las memorias del propio Antonio, para mediados de los 50 del siglo pasado había comprado un yate para su esparcimiento y lo estaba reparando en el puerto de Tuxpan.
En el 56, mientras recorría el lugar con Castro, este último le preguntó quién era el dueño de la embarcación y al enterarse de que efectivamente pertenecía a su amigo mexicano le dijo “Si me prestas ese yate, en él nos vamos a Cuba”.
“Ya me jodieron el yate”, fue lo primero que pasó por su mente, según detalló en entrevista para Prensa Latina hace varios años.
En efecto, Antonio se convirtió en uno de los colaboradores más importantes de Fidel en México y prestó el barco, un yate deportivo de poco más de 60 pies y capacidad para 20 personas en el que de alguna forma se acomodaron más de 80 guerrilleros con equipo militar personal. El yate llegó a Cuba el 2 de diciembre de 1956.
Tony, como también se le conoció, pagó 50 mil pesos mexicanos por el Granma y la escritura final de la venta se hizo legal en 1957, mucho después de que hubiera llegado a sus manos el barco y ya con Fidel y el resto de los expedicionarios en las montañas de la Sierra Maestra.
El Cuate no luchó en Cuba sino que permaneció en México, desde donde envió al oriente cubano las armas que compraba en Estados Unidos, algo que le costó ir a prisión. De hecho, cuando ocurrió el triunfo de la revolución, en enero de 1959, El Cuate se encontraba en la cárcel por estas actividades.
Luego del triunfo de Fidel, Antonio se estableció en Cuba hasta 1964 y trabajó en el Ministerio de Industrias, que entonces tenía al Che al mando. Varios de sus hijos nacieron y crecieron en la Mayor de las Antillas.
Con el paso del tiempo sus visitas a la isla fueron disminuyendo, en especial luego de la enfermedad de Fidel Castro, en 2007.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, lamentó el deceso de Antonio, “a quien Fidel nombró “Cuate”, cuando se convirtió en colaborador fundamental de los futuros expedicionarios del granma, el yate de su propiedad que entró navegando en nuestra historia”, escribió en Twitter.
