Cachita Caché, el personaje de Vivir del Cuento que reafirmó la popularidad de Irela Bravo

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

No hay que pedirle el carné de identidad a Irela Bravo para saber su edad, porque la fecha de su nacimiento está públicamente en mil páginas de Internet: 24 de julio de 1953. Sin embargo, los años que cumple la popular actriz y presentadora han pasado a ser una especie de mito en la televisión cubana, sobre todo porque parece haber descubierto la fórmula de la eterna juventud.

Aunque en 2023 cumplirá 70, Irela mantiene una vitalidad envidiable, y ha alcanzado en los últimos tiempos el clímax de su popularidad gracias a la Cachita Caché de Vivir del Cuento, un personaje que interpretó inicialmente para un solo capítulo del emblemático espacio, pero que, gracias a la química que estableció con el elenco y a las potencialidades de Cachita en el concierto de vecinos de Pánfilo, se quedó como miembro permanente del equipo.

Santiaguera de nacimiento y habanera desde que a los dos años se mudó con su familia a la capital, Irela comenzó desde pequeña en las lides de la actuación como aficionada hasta que cursó estudios en la Escuela de Formación de Actores del Instituto Cubano de Radiodifusión en 1971.

Su icónica voz es parte de la banda sonora de la infancia de varias generaciones de cubanos, pues además de dedicarse al doblaje de forma profesional, ha prestado sus cuerdas vocales a diversos personajes de dibujos animados como Elpidio Valdés, Vampiros en La Habana y, más recientemente, la detective Fernanda.

Por su constancia en el trabajo artístico dirigido al público infantil recibió en 1997 un reconocimiento del Ministerio de Educación, lauro al que se han sumado el Premio Actuar Por la obra de la vida, y a la mejor conducción de programas por Entre tú y yo.

Actriz de amplios recursos interpretativos, Irela siente que, no obstante su innegable talento para la actuación, algunos directores la han encasillado en su rol de conductora; circunstancia a la que se ha sobrepuesto con papeles dramáticos de envergadura como el que defendió en la serie De amores y esperanzas.

Según ha declarado en más de una entrevista, le hubiera gustado ser bailarina de Tropicana, tiene buena mano para la repostería, aunque no es demasiado aficionada a las labores domésticas, y no siguió la tradición de su abuela y de su madre de tener solo un amor en la vida. “Ojalá hubiera tenido esa suerte”, ha expresado, con la picardía reflejada en los ojos.

Especial significación en su carrera ha tenido Vivir del Cuento, un espacio que ella califica como la comedia costumbrista que necesitaba Cuba.

“Ese programa la primera satisfacción que me causa es cómo lo espera y lo disfruta el público —confesó recientemente—. Es un regalo, porque yo a veces no siento que estoy trabajando. El director, Ignacio Hernández, es un excelente ser humano, un gran timonel. Todos aportan muchísimo. Incluso en el exterior se ve el programa, donde hay un cubano, allí está Vivir del Cuento”.

Durante años Cachita y Ruperto mantuvieron una de las parejas más interesantes de la televisión cubana, una relación de encuentros y desencuentros que, cuando finalmente cristalizó en matrimonio, quedó en suspenso porque Omar Franco, el actor que interpretaba a Ruperto, emigró a Estados Unidos, por lo que la subtrama de Irela se ha concentrado en sus enredos habituales como propietaria de hostal.

“Es un programa que hacía falta —reconoce—, porque nos vemos todos representados, porque tiene que ver con la cotidianeidad, con lo que vivimos los cubanos, eso tiene que quedar plasmado para la historia. Creo que ese rol le toca hoy a Vivir del Cuento”.