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Ignacio Hernández, el hombre que puso a Pánfilo a «Vivir del Cuento»

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Quienes han pasado por Vivir del Cuento durante los casi 15 años en que el programa se ha mantenido al aire, atribuyen la permanencia y vitalidad del proyecto a dos razones fundamentales: a la genialidad de Luis Silva, quien ya se inscribe en la historia de la televisión cubana por su magistral caracterización de Pánfilo, y al talento y los valores humanos de Ignacio Hernández Benítez, más que el director, el líder creativo del espacio.

Que la casa de Pánfilo sea ese hervidero de situaciones desternillantes no solo se debe a la vis cómica de los actores y actrices, sino también al rigor y la profesionalidad con que los dirige Nachi, como todos llaman a Ignacio Hernández.

Nacido el 30 de abril de 1965, este habanero entró a la televisión por la puerta del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del ICRT, donde laboró durante 12 años como técnico e investigador mientras simultaneaba con sus estudios en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (Famca).

En el 2000 pasó a ejercer como asesor de la División de Programas Dramatizados de la televisión, en el área de programas humorísticos. Su primer trabajo en la realización fue como asesor en una serie cómica: Sabor bohemio, dirigida por Roly Peña, y más adelante se desempeñó como asistente de dirección de la telenovela Hola, Habana, y como director del programa Los Amigos de Pepito, que partía de una idea original suya y de un proyecto escrito por el humorista Marcos García.

Fue entonces que comenzó a perfilarse Vivir del Cuento, aunque no con las características que hoy tiene, sino como una muy peculiar academia de humoristas, un espacio que alternaba las competencias de aficionados y la comedia de situaciones.

“Cuando cumplimos un año en ese formato nos dimos cuenta que estábamos perdiendo un potencial importante que teníamos, que eran las escenas dramatizadas —ha relatado Ignacio Hernández a los medios—. Llegó un momento en que teníamos que definir y transitamos, de un fin de semana a otro, de ser un programa de participación a ser una comedia de situaciones pura. Creo que el paso fue arriesgado, pero la vida nos ha demostrado que valió la pena”.

Seguro de que la comedia es lo más serio que se puede hacer dentro de la televisión, Hernández Benítez reconoce que se requiere de mucha concentración y conocimiento de los recursos del género para lograr un programa efectivo.

“Hay quien dice que es más fácil hacer llorar que hacer reír, y yo creo que es así —afirma—. Cuando tú tienes un espacio con una frecuencia semanal y tienes que contar una historia cada lunes, tiene que ser una historia simpática, agradable, entretenida y que dramatúrgicamente esté bien contada. Estar rodeado de tantos seres con el sentido del humor tan desarrollado y lograr que todo salga bien es un enorme reto que todos asumimos con seriedad. Pero también están los momentos de reírnos con un chiste y hay que ser cómplice de esos momentos que pueden aportar a la trama y sirven para bajar tensiones, hay que hacer un poco de loquero”.

Más complicado que mantener la ecuanimidad en un contexto eminentemente satírico, ha sido para Nachi garantizar los guiones: “Yo soy de los que piensa que el 90 por ciento del resultado de un programa recae sobre el guion —confiesa—. Si la historia no es buena, si no es atractiva, si no está bien contada, se le puede sacar poco provecho”.

No obstante, el sistema de producción de Cuba no admite la escritura en colectivo, pues las formas de pago al uso presuponen un solo guionista, por lo que habría que dividir un salario entre varias personas y eso no sería funcional.

“En el mundo entero se trabaja en equipo —ha descrito Nachi—: un guionista dialoga, el otro genera situaciones, el otro coloca los chistes. Como nosotros no podemos hacer eso, tratamos como equipo de ser la contraparte de esos escritores. Entre todos generamos ideas, argumentos para que el escritor tenga una fuente de donde inspirarse. Además, tratamos de introducir elementos novedosos, personajes que entran y aportan simpatía sin traicionar la historia del espacio. Siempre estamos en la búsqueda de nuevas situaciones que hagan avanzar la trama”.

Tales desvelos suyos, al parecer, han dado frutos, pues Vivir del Cuento se ha mantenido durante años como el programa más popular de la televisión nacional y ha captado la atención del público cubano que no vive en la isla, un fenómeno que han podido constatar varios miembros del equipo durante numerosas presentaciones y giras fuera del país.

Aunque se declara obsesivo con la calidad del show humorístico y lo define como su prioridad, los actores, actrices y especialistas detrás de las cámaras de Vivir del Cuento elogian los valores humanos de Nachi y lo califican como una excelente persona, preocupado no solo por los elementos técnicos y artísticos, sino también por los problemas personales de su staff.

Llevar los enredos de Vivir del Cuento a dibujos animados y filmar la película de Pánfilo figuran entre los sueños de Ignacio Hernández, quien ha declarado en más de una ocasión su interés por hacer documentales que aborden la cotidianeidad de los adultos mayores en Cuba, uno de los sectores más vulnerables de la sociedad.

Sin abandonar sus planes a largo plazo, Hernández Benítez se concentra en el mismo reto que se ha impuesto durante los últimos 15 años: hacer cada semana un mejor programa, intentar que las historias sean representativas de la realidad de los cubanos, que incluyan y no que excluyan, que la gente sienta que esa es su vida, que ese personaje es su abuelo, su sobrino, su papá… “Me gustaría que Vivir del Cuento fuera recordado como el espacio que contó la historia del país en este tiempo —concluye—. Que cuando alguien quiera saber cómo fue Cuba en esta época, pueda consultar el programa y encontrar un reflejo fidedigno de la realidad cubana del momento tan complejo que nos ha tocado.»

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