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Los niños cubanos: sin yaqui y sin pelotica

Foto destacada: Roy Leyra | CN360

Texto: Hugo León

Si tienes más de 25 años y estás leyendo esto, entonces eres parte de las generaciones que soñaban con el timbre del receso y con la hora mágica: las 4 y 20 pm, instante en que salías de la escuela en Cuba y llegaba el momento de jugar en casa o “mataperrear en el barrio”.

También si tienes esa edad o más, habrás notado que cada vez son menos los pequeños y los adolescentes que inundan las calles y los parques después de esa hora para divertirse con los juegos tradicionales cubanos. Los niños andan, como diría una famosa frase: sin yoqui, sin yaqui y sin pelotica.

Tres juegos tradicionales cubanos que se han perdido

Recordar es volver a vivir, dicen por ahí, y dicen bien. ¿Recuerdan los trompos, los juegos de yaquis, el cogido, el escondido, las bolas y la chivichana?

Seguramente la pregunta causó cierta nostalgia, pero no nos disculpamos por eso. Más bien nos agrada la idea de haber traído buenos recuerdos de nuestra infancia en las calles de Cuba, jugando sin preocupaciones, cuando no teníamos computadoras, tablets, teléfonos celulares ni Playstations.

El trompo fue uno de los preferidos de todos los tiempos. Ya fuera de plástico o de madera, con un cordel amarrado a una tapa de pomo o botella bastaba para hacer peripecias y competir de acera a acera. Los varones trataban de impresionar a las niñas del aula con su destreza manejando los trompos, mientras alguna que otra chica era la que terminaba por bailar el trompo igual o mucho mejor que los demás.

Los yaquis también fueron de los más extendidos. Mientras algunos aseguraban que eso era “un juego de niñas”, la verdad es que lo jugaban los niños de ambos sexos sin distinción, y nos daban horas y horas poniendo en movimiento la pelotica y recogiendo los pequeños fragmentos plásticos o de metal esparcidos por toda la sala o la calle. 

“Estás más regado que un juego de yaquis”, es todavía una frase que se suele escuchar… así habrán sido los complejos lances de los menos experimentados.

Juego de bolas

¿Qué decir de las canicas, balines o bolas? Todos estos y más nombres se le daba en Cuba, dependiendo de la región donde se jugara. Aunque se trata de un juego bastante universal en Cuba fue uno de los preferidos, sobre todo por los varones.

Para muchos, las bolas fueron el primer acercamiento a los juegos por recompensas, pues si se jugaba “a la verdad”, quien perdía debía pagar con sus canicas al ganador. En las calles se jugaba sobre los registros de agua o en cualquier hoyo improvisado, y en los recesos de la escuela se prefería el “quimba y cuarta” u otras. Son pocos los cubanos que no saben lo que es “prima”, «pata” o “sola” gracias a este juego centenario.

Loma abajo y sin frenos: la chivichana

Quien no llegó a su casa con la ropa vuelta un desastre y raspones en codos y rodillas por caerse de una chivichana no tuvo infancia, o al menos no una tan divertida. Los niños y adolescentes cubanos eran verdaderos ingenieros del transporte y de vehículos cuando de fabricar chivichanas y carriolas se trataba.

Algunas maderas, varias cajas de bolas y puntillas bastaban para construirlas y bastante duraban, teniendo en cuenta las caídas y los choques estrepitosos que se sufrían sobre ellas. Por suerte los huesos son duros y no hay dolor que no calme una buena carcajada cuando se está en el piso haciendo el cuento.

Los dispositivos electrónicos han sido una dura competencia a los juegos tradicionales. Tanto así que si antes los padres tenían que ir a buscar a sus hijos a la calle o al parque cuando había pasado bastante tiempo desde su salida a jugar, ahora prácticamente tienen que obligarlos a que suelten los móviles y tablets y se distraigan con sus amigos del barrio.

Según los especialistas no existe una modalidad de juego mejor que la otra y tanto jugar en la calle con amigos como utilizar dispositivos electrónicos crea diferentes habilidades. Lo que sí recomiendan es un balance entre las actividades al aire libre y las de la casa, de forma que el joven se desarrolle en todos los ámbitos de la vida, incluyendo el social.

No obstante, nosotros, los de 25 y 30+, no cambiaríamos nuestra infancia de yaquis, juegos de bola, caídas en chivichana y otros, por los Wii y los tablets de hoy, ¿verdad? Tal vez sea porque ahora juguemos en casa con los Playstation y las computadoras, y sabemos que hemos disfrutado de todo un poco, como dicen los especialistas, y como debe ser.

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