Foto tomada de TV time
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Japón vio por primera vez la teleserie Oshin en el año 1983, pero en Cuba llegó en 1990, justo siete años después para emocionar a todos los televidentes del país.
Este 2023 se cumplen 40 años del lanzamiento de uno de los audiovisuales extranjeros que más hondo ha calado en los hogares cubanos, poniendo a llorar hasta el más rudo de casa.
La transmisión en la isla fue por el canal Cubavisión y su producción de origen estuvo a cargo de la cadena de televisión pública NHK. En total la teleserie contó con 297 episodios de 15 minutos cada uno y su transmisión duró todo un año.
Su guionista Sugako Hashida se basó en la vida de Katsu Wada, la madre del empresario japonés Kazuo Wada, quien fuera fundador de la cadena de supermercados Yaohan.
A pesar de su posterior éxito en Japón, en un inicio estuvo a punto de ser vetada ya que narraba los sucesos ocurridos durante la era Meiji, un período histórico complejo para el país asiático que se extendió entre 1868 y 1912.
Su nombre se lo debe a los 45 años de reinado del emperador japonés Meiji Tenno, quien impulsó reformas en el país que apuntaron a una especie de occidentalización, además de potencia la carrera armamentista en la nación.
No obstante, mientras las ciudades veían un desarrollo más acelerado, principalmente para las clases poderosas, los humilde experimentaban serios problemas económicos. Justo en medio de ese escenario comienza a contarse la vida de Oshin, una niña que vio la luz en el año 1900.
El punto de partida de la serie es la desaparición de una empresaria de 83 años que se ausenta de la inauguración de uno de los supermercados que dirige creando gran confusión entre sus más cercanos. Después de esto uno de sus nietos sale en busca de su abuela.
Ya juntos comienzan un viaje de regreso a casa, trayecto durante el cual Oshin cuenta su historia y sus recuerdos de vida desde que tenía siete años.
De ahí en adelante la teleserie muestra su desgarradora historia, matizada por el esfuerzo y la superación personal y convirtiéndose no en un ejemplo aislado, sino en un reflejo de la vida de miles de mujeres japonesas a través de las vivencias de Oshin.
Con el personaje se lleva a la pantalla un tácito ejemplo de lucha por los sueños desde la honradez y del esfuerzo más allá de las barreras que impone la vida.
Bajo estas premisas llegó Oshin a 67 países donde fue acogida como un ejemplo de supervivencia, del valor de la mujer, de los humildes y sobre todo, como un llamado para tomar consciencia de la importancia de la familia.
Fue por eso quizás que en Cuba el efecto del audiovisual fue masivo, siendo retransmitida en 2008. En cada episodio, más allá de la distancia geográfica y las diferencias culturales, los cubanos pudieron ver una historia que resultó cercana a muchos, a pesar de la ficción, y que sobre todo, entretuvo, y removió los sentimientos más cautivadores de la esencia humana.
