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¿Entierros de ricos y entierros de pobres? Polémica en Cuba por el inminente cobro de los servicios funerarios

Foto: Jo Crebbin | Shutterstock

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Por más que cierren los ojos para no verlo, los cubanos han terminado de convencerse de que la igualdad en la isla es cosa del pasado. Ahí están, para probarlo, las tiendas en MLC, la moneda en que no les pagan a los trabajadores y en la que el Estado vende hasta lo más humanamente necesario.

Sin embargo, no son las tiendas en MLC el colmo de la estratificación que padece la sociedad cubana, aunque resultan abismales las diferencias que generan. Lo más doloroso viene a ser, de un tiempo a esta parte, la iniciativa del país de cobrar los servicios funerarios, una medida que se ha anunciado tímidamente en varios territorios, porque en verdad resulta vergonzoso reconocer que pronto habrá en Cuba muertos de primera categoría y muertos de quinta.

La necesidad de liberar al Estado de algunos gastos y de elevar la eficiencia de los servicios son las razones fundamentales por las cuales en varias provincias ya se comenzó con el rembolso monetario por concepto del pago de determinadas actividades asociadas a las defunciones, según revelaron a la prensa local funcionarios de la recién creada Unidad Provincial de Servicios Necrológicos de Sancti Spíritus. O sea, que el Estado ha decidido sacudirse ese “peso muerto”.

De acuerdo con las declaraciones públicas del director de dicha entidad, hasta hoy el Estado ha asumido los gastos de los servicios necrológicos, excepto algunos que se cobraron, aunque en menor cuantía, como es el caso de la cremación de cadáveres y el traslado de fallecidos hasta otras provincias, este último solo en un 50 por ciento. “Pero ya se trabaja en la implementación del pago de algunas prestaciones, entre ellas, las relacionadas con los traslados de fallecidos entre municipios de una misma provincia y el velatorio en el domicilio”, explica.

En lo adelante, la familia no tendrá que pagar por servicios como el traslado del difunto desde la casa o el hospital hasta la funeraria con la disposición del carro fúnebre, una actividad altamente cuestionada por sus imprecisiones y demoras; seguirá siendo gratis el combustible para esos traslados, el arreglo del cadáver y el tiempo de estancia en la funeraria o capilla.

Además, el Estado garantizará un ataúd con las condiciones elementales; y cuando el funcionario dice “elementales” se refiere a deplorables, porque en la prensa estatal y con más insistencia en las redes sociales se ha criticado la mala calidad de los féretros.

Y será precisamente el ataúd la prueba más obvia de la diferenciación entre quienes pueden pagar y los que no, pues la Unidad de Servicios Necrológicos pondrá a disposición del cliente otros féretros “de un mejor diseño, para quienes deseen y puedan adquirirlos, lo que no significa que el Estado deje de poner el que hasta hoy ha mantenido de forma gratuita”, advirtió el funcionario. Pero la gente desconfía, como es lógico, y se pregunta cómo es posible que para tener un ataúd medianamente decente tenga que pagarlo.

Los difuntos cuyas familias puedan desembolsar también tendrán mejores guardarrestos y ánforas, flores más frescas y coronas con diseños especiales, todo ello, según los impulsores de la medida, para que los servicios necrológicos poco a poco se vayan autofinanciando y con esos ingresos mejorar los que quedan gratuitamente, remozar las funerarias y capillas, y arreglar los carros, que hoy se encuentran en un estado técnico lamentable, al punto de que ha habido casos en que los traslados al cementerio se han hecho en camionetas privadas o en carretones de caballos.

Mirada desde el prisma de la contabilidad y las finanzas, la medida hasta se comprende: es cuestión de generar ingresos con actividades que no son, digamos, esenciales. Pero no todo puede —ni debe— medirse con una vara mercantilista. De lo contrario, se corre el riesgo que comiencen a verse en Cuba entierros de ricos y entierros de pobres y, peor aún, que pronto algunos no tengan, literalmente, ni donde caerse muertos.

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