Villa Jabón Candado, la casa que costaba centavos en Cuba

Foto: Villa Jabón Candado | Facebook

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Podías estar lavando tranquilamente y, de pronto, cuando el jabón comenzaba a gastarse, te encontrabas una cápsula que contenía el cupón ganador. Del sobresalto, virabas la batea patas arriba porque, al precio de unos pocos centavos, habías conseguido una Villa Jabón Candado. Un golpe de suerte, la ilusión de cualquier mujer, por lo general ama de casa, en la Cuba de los años 30, 40 y 50 del pasado siglo.

El sorteo formaba parte de una de las campañas publicitarias más astutas y osadas de la historia nacional: la compañía de productos de higiene y cosméticos Crusellas & Company, Inc., creada por dos hermanos catalanes, ocultaba al azar en el interior del producto una cápsula que servía como comprobante para reclamar una vivienda de premio; de modo que, la sola posibilidad de llevarse el gato al agua hacía que los consumidores optaran por comprar específicamente este tipo de jabón.

Los inmuebles se construían con un diseño del llamado Renacimiento Colonial Español, movimiento arquitectónico surgido a principios del siglo XX, y se entregaban terminadas en su totalidad y amuebladas, un gasto que, como es lógico, salía de las exorbitantes ganancias de Crusellas.

En la fachada sobresalía la etiqueta Villa Jabón Candado, una frase que era puro “marketing de hormigón”, pues a diferencia de los comerciales radiales, televisivos e impresos en periódicos y revistas, breves y efímeros, la publicidad construida duraría mientras la edificación permaneciera en pie.

Se calcula que un centenar de Villas Jabón Candado fueron levantadas a todo lo largo y ancho de la isla durante las dos décadas que duró esta campaña publicitaria que, si bien no tenía como fin ulterior mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sino aumentar ventas; sí contribuyó a dar hogares confortables a decenas de familias “afortunadas” y, de paso, se inscribió por derecho propio como un hito de la mercadotecnia cubana.

Lo que pocos saben es que este modelo de casas fue el primero en América en emplear la energía solar como método para calentar agua, mediante un ingenioso entramado de tuberías instalado en las cubiertas. El agua potable subía al techo, donde era calentada por el fuerte sol de Cuba a su paso por la intrincada tubería, para descender luego a la casa con una temperatura más confortable para su uso en el baño. Todo ello mucho antes de que en Estados Unidos se pusiera de moda la conservación de energía y de que, en esta propia isla, los calentadores solares se vendieran a precios de otra galaxia como si fueran una innovación contemporánea.

Si bien otras marcas de la época sortearon casas y propiedades de valor, como el café Pilón, que levantó residencias todavía intactas en La Habana, fue la estrategia auspiciada por Crusellas la más amplia, exitosa y la que más se prolongó en el tiempo.

“¿Cuánto costaba el jabón? No lo sé, pero seguro fueron centavos, aunque los centavos en aquella época tenían más valor que ahora —escribió en una crónica hace algunos años la escritora Dazra Novak—. ¿Cuántas balitas se habrán sacado los verdaderamente necesitados? Tampoco lo sé, la suerte en estos casos no ha sido muy democrática que digamos”.

Más de medio siglo después, algunas Villa Jabón Candado se mantienen intactas, fieles a su imagen y funcionalidad originales: portales abiertos, muros bajos de jardín con pequeñas rejas, amplios ventanales, pisos con cenefas que cambian para cada habitación…

No pocas, sin embargo, han sufrido alteraciones en fachadas e interiores, pues las familias las han cubierto de rejas, les han levantado pisos encima, adosado habitaciones en los espacios abiertos y colocado escaleras de acceso externo.

A todas, invariablemente, se les reconoce por la simbólica cerradura, símbolo en otros tiempos de buena fortuna, y por el letrero que toda ama de casa soñaba con encontrar mientras llenaba la batea de espuma: Villa Jabón Candado. Tres palabras que te cambiaban la vida.