Texto: Redacción Cuba Noticias 360
Tres estudiantes de preuniversitario lesionados, uno de ellos en estado grave y con posibles secuelas para toda la vida, es el saldo del derrumbe de un mural en la ciudad de Sancti Spíritus, en el centro de Cuba.
El hecho ocurrió durante la rememoración del paso por esa ciudad de la Caravana de la Victoria, una celebración que tradicionalmente reúne a estudiantes y trabajadores de las escuelas cubanas en las calles por las que transita la comitiva; en esta oportunidad, varios alumnos se encontraban situados en la acera esperando y se recostaron a un mural artístico empotrado en la pared.
Según fotos y videos publicados en Facebook, los elementos de concreto, ladrillos y demás materiales pesados que conformaban la obra se derrumbaron sobre los tres estudiantes, uno de los cuales fue remitido al Hospital Pediátrico José Luis Miranda, de Santa Clara, por la gravedad de las lesiones.
En dicha institución de salud infantil, con personal altamente especializado en casos de politraumatología, se le hizo al adolescente una resonancia magnética nuclear, en la cual se detectaron hernias discales traumáticas, y se corroboró, además, el criterio quirúrgico de dos fracturas vertebrales, de acuerdo con reportes de los medios estatales.
El accidente ha generado una ola de indignación entre los padres del territorio, pues de acuerdo con las opiniones reveladas en las redes sociales y en los más disímiles escenarios físicos de la villa del Yayabo, nadie se explica cómo puede haber peligro en una actividad de esta índole y precisamente por el derrumbe de un mural que ni siquiera ha sido inaugurado.
“Resistencia” es el nombre que consta en papeles, pero el pueblo ha comenzado a llamarlo el mural “maldito”, pues la gente aún recuerda que esta obra nació y se ha ido materializando envuelta en la polémica: primero, porque en junio de 2022, cuando iniciaron las labores constructivas, no pocos se cuestionaron si en medio de una crisis como la que vivía —y vive— Cuba era el momento adecuado para invertir miles de los escasos pesos del erario público en un mural; y segundo, porque desde que se puso el primer ladrillo se destapó una enconada disputa entre sus dos creadores iniciales por el derecho de autor.
A nivel de artículos en la prensa estatal, reuniones y más reuniones, cartas y anónimos se dirimió un asunto que, en el momento del derrumbe, todavía no está zanjado del todo, pues la obra de gran formato emplazada sobre la tapia exterior de una empresa en plena Carretera Central no estaba terminada por desavenencias entre uno de los artistas, la mipyme constructora y Servicios Comunales.
Hasta el momento, ninguno de los posibles responsables del derrumbe ha dado declaraciones públicas y el proceso investigativo sigue su curso, enfocado presumiblemente en la calidad de los materiales empleados y el control —o descontrol— sobre la ejecución.
Más allá de las controversias que ha provocado, el mural ya tiene el pésimo récord de haber causado dolor en varias familias, incertidumbre en una ciudad que se pregunta cuántas más obras públicas pudieran caerse del mismo modo y una conclusión simbólica: al menos en este caso, la “Resistencia” no resistió.
