Texto y Foto: Raúl del Pino
Algún que otro aficionado al fútbol cubano podría decir que el ciclo de Pablo Elier Sánchez al frente de la selección de Cuba estaba cerca de terminar tras lo ocurrido en la Copa de Oro. Sin embargo, era un hecho difícil de vaticinar a partir del modus operandi de las autoridades deportivas la Isla, cuyas decisiones y movimientos muchas veces no responden a lógica alguna.
Perfectamente el técnico pinareño pudo haber recibido otra oportunidad, tal como sucedió en otras ocasiones donde los resultados o el desempeño del equipo no estuvieron a la altura de lo esperado. Pero ahora la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC) consideró que era el momento oportuno de pasar página, aunque no anunció al sustituto.
Si bien el final de Pablo Elier dejó un sabor amargo por la debacle cubana en el torneo celebrado en Estados Unidos, su gestión general no debe mirarse con malos ojos. Como principal legado de sus cuatro años como seleccionador quedará la convocatoria por vez primera en la historia de los llamados “legionarios”.
A Sánchez hay que agradecerle que talentos de la talla de Onel Hernández, Luis Paradela, Jorge Luis Corrales y muchos más, cumplieran el sueño de vestir la elástica nacional y, sobre todo, que se rompiera esa barrera mental que todavía hoy poseen muchos “decisores” en Cuba acerca de la convocatoria de atletas que residen en el exterior y sin vínculos formales con el aparato deportivo de la Isla.
Ahora la pregunta es si quien reciba la “papá caliente” tendrá la misma capacidad para aglutinar a estos jugadores o, al menos, dispondrá de más libertad de movimientos para mejorar el conjunto. En este sentido, varias voces desde hace tiempo se han pronunciado por la contratación de un entrenador foráneo, con más preparación y conocimiento de lo que es el fútbol internacional, de cómo se maneja una selección nacional.
El próximo examen está tan cerca como el mes de septiembre, con una nueva edición de la Liga de Naciones de Concacaf, y un poco más tarde, en marzo de 2024, el inicio de las eliminatorias para el Mundial de 2026. Esto último, aunque todavía bien lejano, deviene la oportunidad más grande que tendrá Cuba de fantasear con una Copa del Mundo, aunque con un estratega local muy probablemente el sueño se convierta en quimera.
En la gira previa a la Copa de Oro por Uruguay y Chile se conoció de la presencia de un técnico brasileño como asesor del plantel tricolor, mas no existió un pronunciamiento oficial al respecto. Lo cierto que nadie se atreve a vaticinar un nombre, ni siquiera del patio.
Para que un preparador extranjero se aventure a aceptar la odisea que sería hacerse cargo del plantel caribeño, la AFC deberá ceder en varias condiciones y proporcionar otras, al menos para que a nivel de gestión, el equipo pueda competir de igual a igual con sus rivales.
Resulta cuando menos risible que a día de hoy, Cuba aún no pueda disputar partidos de local por no contar con iluminación en el estadio Pedro Marrero, su sede habitual, un problema que afloró hace más de cuatro años. Y sabiendo la realidad económica de Cuba y como el Inder maneja sus prioridades, no es una dificultad que se vaya a solucionar pronto.
Vista esta situación como un simple ejemplo, a todas luces será más fácil entenderse con alguien de adentro, que traer a uno de fuera. Suponiendo que el tema salarios y condiciones de vida pudieran solucionarse, adaptarse a lidiar con los problemas “únicos” del deporte cubano y los que lo dirigen, será un reto posiblemente mayor que dirigir a un equipo de fútbol.