Fotos: Xiomara Vázquez | CN360
Texto: Hugo León
En La Habana la venta de productos del agro ha pasado por varias evoluciones a lo largo de los últimos años, de los puestos tradicionales a los carretilleros, y ahora, más recientemente, en las mismas aceras cientos de personas en toda la ciudad están vendiendo los mismos productos, sin más preparación que un nylon o tela en el piso.
Inicialmente la práctica fue más común en los municipios periféricos, donde la policía y los inspectores no eran tan estrictos al exigir que los carretilleros estuvieran en constante desplazamiento, pero ahora estas “vendutas” se han extendido a Centro Habana e incluso al Vedado.
En las avenidas principales del Vedado no se observan estos nuevos vendedores -todavía-, pero basta caminar algunas cuadras hacia las calles menos concurridas y allí aparece de todo.
¿Regula el Estado estas ventas? ¿Tienen licencia quienes la efectúan? Son preguntas a las que las respuestas evidentemente fueron “sí”, pero no hay forma de comprobarlo, y tampoco es fácil saber qué normas sanitarias están siguiendo, si es que se aplica alguna a su caso.
En tal sentido, según el Ministerio de Agricultura, desde 2021 los mercados o puntos de venta de productos agropecuarios deben cumplir con 17 requisitos que incluyen contar con licencias sanitarias y veterinarias; tener calibrados y certificados los equipos de medición; cumplir las regulaciones de buenas prácticas, protección al consumidor e inocuidad de los alimentos, entre otras, pero para los vendedores por cuenta propia en las calles muchas de esas medidas no aplican.
¿Qué dicen los vendedores?
Uno de los vendedores entrevistados en Centro Habana explicó que consigue sus productos en los mismos agros pero a mejores precios porque hace grandes compras, o en los camiones que vienen de Pinar del Río con viandas y frutas.
“En los camiones los precios son mejores y dejan espacio para más ganancias, pero muchas veces ya vienen ‘con nombre y apellido’ aseguró, en referencia a los convenios que tienen con los carretilleros que llevan más tiempo en el negocio.
“Nadie nos ha dicho que no podemos estar acá sentados vendiendo”, así que no debe ser un problema, comentó luego de decir que estuvo algunos meses como carretillero pero que era más incómodo y se trabajaba más por el mismo dinero o menos.
“La gente ya sabe que estás aquí y que casi siempre tienes limones, viandas y otras cositas, así que vienen directo”.
También está el caso de quienes venden los plátanos, aguacates, berro y hortalizas como el ajo porro que cultivan en sus patios. Sobre estos es todavía más difícil saber qué tipo de licencia tienen y qué impuestos pagan.
Más allá de acercar los productos a los consumidores, la existencia de este nuevo tipo de punto de venta es un indicador de la incapacidad de los mercados tradicionales para responder a la demanda de comida en La Habana, por mucho la ciudad más poblada del país y también la que más recursos consume.
