¿A dónde van los faltantes de las bodegas cubanas?

Foto: Roy Leyra | CN360

Texto: Redacción Cuba Noticias 360

En la larga cadena desde los almacenes hasta la mesa de los cubanos, casi todos los alimentos sufren adulteración tras adulteración, al punto de que si algo sobra en las bodegas de la isla son los faltantes, incluso en tiempos en que la cuota ni siquiera viene completa.

Con ese mal crónico han aprendido a convivir los ciudadanos, que ya ven hasta lógico que un administrador de cualquier instalación de Comercio pueda comprarse una motorina todos los años y no precisamente con su salario.

No obstante la normalidad con que se asumen los reiterados robos más o menos evidentes, todavía causa estupor que el desfalco salga a la luz pública y que los ladrones sean cogidos con las manos en la masa, tal y como sucedió recientemente en un operativo realizado por el Ministerio del Interior (Minint) en Cabaiguán, en el centro de Cuba, según ha trascendido en las redes sociales.

En este municipio fueron detenidos varios estibadores que, en lugar de proteger los sacos de harina de trigo puestos bajo su custodia y trasladarlos de forma segura hasta las panaderías de destino, se dedicaban a calarlos con un tubo plástico al cual habían chanfleado uno de los extremos, de acuerdo con reportes publicados por la prensa local.

Con este instrumento no solo sacaban cantidades considerables de harina de trigo, sino también azúcar, arroz, frijoles, entre otros productos que se expenden a granel en las bodegas y que eran comercializados luego a los estratosféricos precios del mercado negro.

De acuerdo con fuentes del Minint, si no se hubieran capturado los delincuentes in fraganti, ese día se hubieran dejado de elaborar más de 500 unidades de pan en Cabaiguán.

Este es apenas el más reciente capítulo de una larga novela que se repite en muchos establecimientos del país y que, al parecer, no tiene para cuándo acabar, sobre todo porque la crisis que asfixia la economía de la isla es el caldo de cultivo idóneo para este tipo de delitos.

Oficiales del Minint reconocen que los faltantes en las bodegas muchas veces se deben a hechos como este, en los que median también el descontrol y el contubernio de las administraciones, y han definido como punto de partida de la apropiación indebida a los almacenes, donde los propios almaceneros se han puesto de común acuerdo con los estibadores para cometer el desfalco.

Para colmo, en la mayoría de las bodegas cuando se recibe la mercancía no se pesan los sacos, porque no disponen de los instrumentos necesarios para hacerlo, por lo que el despacho se hace mediante un estimado, o sea, a ojo de buen cubero. Las cadenas delictivas han alcanzado tal magnitud que ya abarcan todo el proceso: desde que la comida llega a los almacenes, pasando por la transportación, distribución en las unidades estatales y luego, finalmente, a su destino casi seguro: el mercado informal, que ahora mismo mantiene precios de usura a productos tan necesarios como el arroz y el azúcar.