Texto: Raul del Pino
Foto: Cuba Noticias 360
De la poderosa plantilla de los Cocodrilos de Matanzas en la II Liga Élite del Béisbol Cubano ya se ha hablado bastante. La escuadra dirigida por Armando Ferrer parece un equipo todo-estrellas en comparación con las otras cinco que animan el maltrecho certamen llamado a convertirse en el más importante del año para el deporte nacional de la Isla, y no por gusto lo lidera cómodamente.
Mucho se ha escrito del fichaje de Rusney Castillo desde el pasado mes de septiembre, y otras tantas cuartillas se llenaron más recientemente con la incorporación de Dariel Álvarez. Dos peloteros que tienen en común el haber logrado llegar al más alto nivel del béisbol mundial y ahora regresan a la pelota doméstica para gastar sus últimos cartuchos a más de una década de sus partidas.
Por mucho que la presencia de estos dos nuevos ex Grandes Ligas brinde un atractivo extra a la LEBC, sus casos no resultan para nada extraordinarios en el conjunto yumurino, toda vez que desde hace varias temporadas Ferrer se las ha arreglado para atraer jugadores con un pasado profesional, e incluso en la Gran Carpa. Los casos de Erisbel Arruebarruena, Yadir Drake y Yadil Mujica emergen como los ejemplos más conocidos, pero hay muchos más.
Sin embargo, el experimentado mánager se las arregló para hacer historia nuevamente este martes, pues logró reunir en un mismo line-up a los tres exponentes actuales que marcaron tarjeta en la MLB en algún momento de sus carreras. La fría noche del martes atestiguó como Álvarez, Castillo y Arruebarruena formaban parte de la paliza que Matanzas le propinó a Industriales ante los menos de 500 aficionados que asistieron al estadio Latinoamericano.
Las cámaras de Tele Rebelde permitieron que el momento quedara grabado para siempre, aunque quizás en unos años es que realmente se le dé la dimensión que merece. Por mucho que la pelota que se juega en Cuba actualmente viva una de sus peores épocas, lo sucedido anoche en el Coloso del Cerro es algo que hace apenas un puñado de años era impensable.
Lo curioso es que ninguno de los tres peloteros se dio a conocer en Matanzas. Dariel es camagüeyano del municipio Minas, mientras “El Grillo” nació en Cienfuegos, y Rusney en Ciego de Ávila. Cuando debutaron en campeonatos antillanos, hace más de 15 años, todos representaban a sus territorios de origen, pero el por qué ahora decidieron jugar con los Cocodrilos asoma como una interrogante a la que todavía nadie le ha dado respuesta.
Álvarez disputó seis Series Nacionales con los Toros de Camagüey antes de poner rumbo a los Estados Unidos y lograr debutar con los Orioles de Baltimore al más alto nivel en 2015. Después ha transitado por varias las ligas invernales del Caribe, especialmente la Arco Mexicana del Pacífico, donde llegó incluso a proclamarse MVP en la temporada 2019-2020.
En tanto, Castillo, campeón nacional con los Tigres Avileños en la Serie 51, es recordado por aquel jugoso contrato de 72 millones de dólares que firmó en 2014 con los Boston Red Sox. No obstante, nunca pudo retribuirlo sobre el terreno y su legado quedó como uno de esos peloteros a los que se le pagó mucho y aportó muy poco. Una vez finalizada esa experiencia frustrada tampoco logró encontrar un lugar donde brillar en Puerto Rico, México o Japón.
El caso de Arruebarruena resulta diferente. El talentoso paracortos fue el primero de los tres en debutar en Grandes Ligas, un hito que logró con los Dodgers en 2014, pero no logró mantenerse en el primer equipo por más de 22 juegos, aunque siguió perteneciendo a la organización durante algunos años más.
El otrora integrante de aquellos Elefantes cienfuegueros que tenían a José “Pito” Abreu como cabecilla, se convirtió en el primer ex MLB en regresar a los terrenos cubanos con Matanzas en el 2019. De allí en adelante se ha convertido en una pieza fundamental tanto del equipo yumurino como de la selección nacional, al punto de recibir este lunes la distinción de mejor pelotero del año de manos de la Comisión Nacional y la Federación.
