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Texto: Redacción Cuba Noticias 360
La tradicional celebración “El velorio de Pachencho” volvió al barrio de Santiago de Las Vegas, en el municipio de Boyeros, acompañado de sus acostumbradas cornetas y tumbadoras.
Cada año, el día 5 de febrero, se realiza la procesión con el ataúd del “fallecido” desde el liceo de esa localidad cubana hasta el cementerio, y por supuesto la fiesta nunca falta.
Este año no fue la excepción. Así lo mostró un usuario en redes a través de un video de la tradicional ceremonia de este fin de semana.
Además, la fiesta no estuvo exenta de sorpresas e imprevistos. Tal y como lo cuenta en Facebook el perfil de Cultura Boyeros, uno de los sucesos de las jornadas fue “ver a tres niños pequeños llorando”.
Según el texto, “la familia del actor aficionado que representó al personaje de Pachencho, estuvo presente en el cementerio y cuando bajaban la caja fúnebre hacia el foso, los niños echaron a llorar, por lo que la obra teatral se hizo más dramática y cobró más realismo”.
No obstante, agregan que “la alegría regresó al rostro de los pequeños cuando volvieron a sacar la caja y les devolvieron a su abuelo Juanito, sano y bailando”.
El personaje de Pachencho cada año es interpretado por un vecino del pueblo, quien es acompañado en la festividad por una falsa viuda y un falso sacerdote.
La fiesta comienza con un baile, bebida y conga donde Pachencho muere para dar paso al falso velorio, durante el cual “el muerto” levanta su cabeza y saluda a todos los que van a darle el último adiós.
Luego parte el féretro en un carro remolcado por un tractor a recorrer algunas calles de la zona acompañado por los tambores y trompetas de la tradicional conga. Mientras, la gente baila y el supuesto occiso va saludando a los vecinos desde su ataúd.
Al llegar al cementerio se realiza una marcha fúnebre mientras se deposita el féretro en una fosa abierta, donde tradicionalmente un orador despide el duelo, abren una botella de ron y vierten parte de esta en la cara de Pachencho.
“El muerto viviente” bebe desde su ataúd y se va levantando ante la alegría de los presentes para acompañarlos en la fiesta que regresa al pueblo nuevamente a ritmo de más conga.
Respecto al origen de esta celebración hay varias versiones. Algunos cuentan que nació como una forma de conmemorar la fundación del Centro de Instrucción y Recreo en 1882 y otros a la popular pieza teatral “El velorio de Pachencho” estrenada en el año 1901 y cuyo argumento fue mezclado con la realidad durante los carnavales del pueblo.
También se le atribuyen sus inicios a la influencia del Piquete Santiaguero que se remonta al año 1937, agrupación que se encargaba de cerrar las Parrandas de la localidad y al desfilar la última carroza la conga acompañaba al encargado de leer el testamento y la despedida del duelo en el denominado Entierro del Carnaval, según consta en un artículo de la revista estatal Bohemia.
Cualesquiera que haya sido su inicio, la festividad estuvo desde ese entonces cargada de polémica, al considerar algunos que era una ofensa a la memoria y el descanso de los difuntos. No obstante, la mayor parte de los pobladores considera hasta hoy que es una de las celebraciones más alegres del mundo, con respeto, y sobre todo, con mucha alegría, bebida y conga callejera.
